Cada día que pasa se evidencia con mayor nitidez la falta de un plan para enfrentar la contingencia y el desafío consecuente de los mercados. La única hoja de ruta a la vista pasa por haber ratificado las metas acordadas en su momento con el FMI, aunque éstas verifiquen la arremetida de un sector poderoso del frente gobernante.
En el rediseño de la gestión tras la era Guzmán, el tridente que toma las decisiones –Alberto Fernández, Cristina Fernández y en menor medida también Sergio Massa– sube la apuesta.
Dólar
La intención es domesticar a la economía y a las variables financieras a fuerza de látigo en lugar de generar confianza con medidas apropiadas para ello. Ya pocos piden soluciones de fondo, alcanzaría paliativos y un discurso claro que no acentúen más el deterioro.
Esta idea de redoblar la apuesta se evidencia en el recambio de funcionarios con el objetivo de aumentar la presión sobre, por ejemplo, formadores de precios y agentes del mercado financiero. El Gobierno sentó a Augusto Costa en la mesa de precios la industria y los supermercados, y colocaría a un “duro” en la Comisión Nacional de Valores (CNV) de la que desplazó a Adrián Cosentino.
La intención, salta a la vista, pasa por controlar precios y divisas “a los bollos”. Si bien es una receta conocida del kirchnerismo en el poder (en la era Moreno hasta salió a frenar el dólar blue en la City con policía montada) la estrategia dispara aún más la desconfianza.
Faltan unos 340 días hábiles para que concluya el período de Alberto Fernández, ¿alguien puede pensar que es posible forzar las decisiones del mercado con presión diaria y constante? Sería una batalla campal demasiado extensa y difícil de ganar para el Gobierno.
Silvina Batakis consiguió el miércoles financiamiento extra para cubrir vencimientos, pero a un costo muy alto y a un plazo corto, evidente muestra de que la inestabilidad cobra mayor velocidad.
La brecha cambiaria récord le mete carburante a las expectativas de una devaluación que mostró una señal complicada de digerir con la decisión de subir al 45% el anticipo del impuesto a las ganancias que se cobra con el dólar turista.
Y otro síntoma del deterioro son las crecientes dificultades que afronta la industria para conseguir insumos vinculados con la importación, situación que empieza a disparar fuertes aumentos de precio por la necesidad de pagar al exterior con dólar Rofex o MEP, lo que tarde o temprano terminará en el Índice de Precios al Consumidor.
Demasiadas inconsistencias en la ruta para un Gobierno al que también se le empiezan a desalinear los aliados sociales y sindicales que lo pusieron ahí.
