El decreto de necesidad y urgencia (DNU) de Javier Milei modificó más de 300 normas de todos los sectores económicos, pero su futuro es incierto.
Aunque necesita ser validado por sólo una de las dos cámaras, hasta hoy recoge más rechazos de los legisladores que voluntades a favor.
Sería inédito que el Congreso rechace el DNU de un presidente, luego de que esa práctica fuera habitual desde la gestión de Carlos Menem. La enumeración incluye, por supuesto, a Cristina Kirchner y a Alberto Fernández.
¿Quiénes lideran la oposición? El peronismo asume esta pulseada como una revancha de la dura derrota experimentada el 19 de noviembre.
Un sector del radicalismo, hoy representado por el presidente del Comité Nacional, Martín Lousteau, y fundamentalmente el sindicalismo, a través de los gremios estatales y de los que representan a trabajadores de altos ingresos.
La Asociación Bancaria y Camioneros ya saben que detrás del DNU se viene la revisión de Ganancias, que alcanzará a la mayoría de sus afiliados, con ingresos por encima del nuevo mínimo no imponible, que rondaría el millón de pesos.
Pero no se trata sólo de pesos en el bolsillo: el proyecto apunta al corazón del poder gremial.
La libre elección entre la obra social sindical y una empresa de medicina prepaga es un golpe intolerable a la mayor caja del sindicalismo, que siempre logró subsidios de la Superintendencia de Seguros de Salud, manejada por funcionarios afines.
Los ingresos a las arcas gremiales también serán menores, ya que las futuras cuotas o aportes extraordinarios de afiliados o no sindicalizados deberán tener el consentimiento firmado del aportante. No alcanzará con su inclusión en el convenio colectivo.
Los gremios van a perder capacidad económica, además de haber resignado la calle a manos de los movimientos sociales, que también controlan fondos multimillonarios.
El Gobierno nacional denunció que el Partido Obrero regentea planes por más de $ 5.400 millones.
No aludió a grupos afines al peronismo –el Movimiento Evita (Emilio Pérsico), entre otros– para evitar darle volumen a la protesta, que hasta ahora fue atenuada por el protocolo antipiquetes.
Más allá de las reformas económicas, el decreto implica un cambio profundo en el poder político.
¡Ay, la economía!
El DNU supone, en el corto plazo, un golpe para la clase media, que formó parte de ese 24% que Milei logró sumar en la segunda vuelta.
El fogonazo inflacionario de alimentos y combustibles afectó el bolsillo de las clases media y media-baja, que en las urnas apoyaron en gran medida al Presidente.
Mientras, el peronismo juega al cacerolazo, ocultando detrás del ruido de las ollas la culpa de una desastrosa situación macroeconómica, que podría conducir a una hiperinflación.
Los votantes y los dirigentes que apoyaron a Sergio Massa parecen olvidar que generaron “la peor herencia” de un gobierno en 40 años.
Los cambios en alquileres y en la medicina prepaga supondrán, en el corto plazo, un aumento para miles de inquilinos y para usuarios del sistema de salud.
Las inmobiliarias calculan que el 40% de los departamentos en Córdoba se habían retirado del mercado, porque las dos leyes anteriores no satisfacían a los propietarios.
Los contratos se renovaban por períodos cortos, con condiciones similares a las ahora incluidas en el DNU.
Las empresas de medicina prepaga aumentarían 40% las cuotas en enero, aunque podrían moderar las subas en el futuro si incrementan el número de afiliados vía exaportantes a las obras sociales.
Futuro incierto
Más allá del respaldo popular con el que contaría Milei, según las últimas encuestas, sigue siendo incierto el respaldo al DNU en el Congreso.
Además, sobreviene la batalla judicial que ya se puso en marcha y que, luego de un largo periplo por los tribunales, terminará en la Corte Suprema.
Las principales compañías nacionales y de capitales norteamericanos le dieron un fuerte apoyo, en contraposición a pequeños y medianos empresarios, quienes temen que la eliminación de las leyes de Abastecimiento y de Góndolas los deje fuera de las grandes cadenas.
La incertidumbre sobre la validez de un cambio que atraviesa a todos los sectores paralizará en lo inmediato decisiones e inversiones, que el Gobierno necesita para volver a poner en marcha la rueda.
