Javier Milei triplicó en votos a Sergio Massa y Córdoba volvió a ser el distrito más refractario al peronismo nacional. Los números tienen una contundencia jamás vista: la diferencia a favor del libertario fue de 1.063.041 votos. El próximo presidente argentino logró en Córdoba 1.636.310 votos, el 74% de los emitidos, contra los 573.269 que obtuvo el ministro de Economía, casi el 26%. La paliza fue fenomenal.
Como ocurrió en todo el país, la mayoría de los votantes de Juntos por el Cambio y el grueso de los votantes de Juan Schiaretti se volcaron a favor del economista de ultraderecha. De hecho, Massa hizo una peor elección que Alberto Fernández en 2019, cuando sumó 666.445 votos, unos 93 mil votos más que los cosechados ayer por el ministro de Economía.
En la ciudad, Milei llegó a los 75 puntos porcentuales; aunque en algunas seccionales, como la 10A (Manantiales), orilló los 80 puntos, y en otras, como la 14D (Cerro de las Rosas), llegó al 86%.
El departamento que más votó por el próximo presidente fue Río Primero, donde logró 77,5%. Luego, Tercero Arriba, donde cosechó un 76,8%. Apenas por debajo, Colón. Son datos anecdóticos: la ola libertaria cubrió toda la provincia, incluyendo a los departamentos del norte y el oeste, con excepción de Minas, el único donde se impuso Massa.
El peronismo cordobés
El resultado de las urnas cordobesas, anticipado por las encuestas que cimentaron la decisión de Juan Schiaretti de “neutralidad”, fue tomado en la cúpula del peronismo cordobés como un “gran acierto” que abriría una “oportunidad de negociación permanente” con el próximo Gobierno nacional.
Alejandra Vigo, senadora y esposa de Schiaretti, lo explicitó así: ”Los resultados de las elecciones reflejan que el pueblo argentino ha expresado su profundo rechazo a la continuidad del modelo kirchnerista, y también que comienza una nueva etapa para el país. Este nuevo escenario significa una oportunidad para fortalecer y trabajar por un peronismo republicano y federal”.
Ese parece ser el plan de Schiaretti: liderar el postcristinismo, una jugada en tándem con Martín Llaryora, otro “ganador” de la derrota de Sergio Massa, y de Áxel Kicillof y La Cámpora, y el rearmado de aquel fallido espacio de centro. La ancha avenida nunca termina de ser asfaltada. En el peronismo cordobés creen que ahora, por la reconfiguración de los extremos de la grieta, puede haber una oportunidad.
En el corazón del llaryorismo, ante un primer año de gestión que asoma complejo e imprevisible, admitían anoche que abrir con Milei “una negociación por la gobernabilidad” es parte de la estrategia política para conseguir fondos nacionales para Córdoba.
En campaña, el propio Schiaretti punteó cuáles serían los ítems de una negociación: la llamada “agenda federal”, que incluye subsidios para las tarifas, recursos para la Caja de Jubilaciones y obras para Córdoba. El problema es que el presidente electo prometió un “plan motosierra”.
Nadie descarta en el peronismo que, como hizo en 2015, Mauricio Macri “venga por Schiaretti”.
Los primeros nombres del eventual gabinete de Milei generaron expectativa en el schiarettismo: Guillermo Francos (Interior), la cordobesa Diana Mondino (Relaciones Exterior), Federico Pinedo (Defensa) y Nicolás Posse (jefe de Gabinete) son considerados como “moderados, previsibles y dialoguistas, como le gustan al Gringo”.
La disolución de Juntos
Luis Juez, quien jugó decididamente a favor de Milei, y Mario Negri, quien se aferró a la neutralidad del radicalismo, celebraron el “fin del kirchnerismo”. “Un ciclo político extenso que multiplicó la pobreza y detonó las instituciones”, en palabras de Negri quien abrió el paraguas y le deseó al presidente electo que “pueda revertir esta tendencia negativa profesando el diálogo y la concordia”. Juez, por su parte, se puso a disposición para trabajar con el libertario.
Rodrigo de Loredo, quien había sido muy crítico de Milei en la campaña, sólo cumplió con el formalismo de desearle al “nuevo gobierno que pueda satisfacer las profundas demandas sociales que existen en la Argentina”.
La reconfiguración de Juntos por el Cambio está abierta y su resolución es una incógnita puertas adentro de la coalición en proceso actual de disolución.
Dependerá de cómo se reacomoden los tercios de la Cámara de Diputados y de cómo decida jugar el bloque de 10 gobernadores que llegaron al poder con la marca Juntos por el Cambio. En esa arca están el radical Maximiliano Pullaro (Santa Fe) y el “PRO peronista” Rogelio Frigerio (Entre Ríos), naturales socios regionales de Llaryora desde el 10 de diciembre.
La recreación de una opción de centro también es una salida para las palomas cordobesas que volaron hasta ahora en la bandada de Juntos por el Cambio, como Oscar Agost Carreño. Los halcones –Laura Rodríguez Machado, Soher El Sukaria– irán hacia el nuevo esquema liderado por La Libertad Avanza.
