Las tres semanas que faltan hasta las elecciones son insuficientes para hacer correcciones sobre el tipo de cambio y son una eternidad para sostener esta dinámica. Esa es la encrucijada que atraviesa hoy el equipo económico, a las puertas de una elección clave para alcanzar un número en la Cámara de Diputados que le permita defender los vetos y, en el mejor de los casos, trabajar sobre las tan prometidas reformas de fondo que requiere la Argentina.
El 22 de septiembre pasado, el secretario del Tesoro de Estados Unidos, Scott Bessent, sorprendió a los mercados anunciando apoyo político y económico para estabilizar el escenario argentino.
“Argentina es un aliado sistémicamente importante de Estados Unidos en América Latina, y el Tesoro de Estados Unidos está dispuesto a hacer lo que sea necesario”, escribió. Después vinieron posteos varios de Bessent, del propio Donald Trump y hasta de Kristalina Giorgeva, la titular del Fondo Monetario Argentino, perfilados hacia el mismo sentido.
Se barajaron inicialmente tres opciones –swap de monedas, compra de bonos o préstamo directo- y aún no está claro cómo será el mecanismo de apoyo.
El problema para la administración de Javier Milei sigue siendo que faltan reservas que aseguren a los tenedores de deuda que van a cobrar en tiempo y forma. Y a este precio del tipo de cambio, dólar que entra, dólar que se va. Mucho de eso pasó con la polémica y fugaz baja de retenciones al agro.
“El campo cumplió y se liquidaron 6.300 millones de dólares, pero sólo unos 2.300 millones entraron en las reservas. El resto fue utilizado para bajar el tipo de cambio. Seguramente no era el plan del FMI ni del Tesoro norteamericano y deja dudas sobre cuántos dólares quedarán para liquidarse en lo que queda del año”, sostuvo en su newsletter semanal el economista Miguel Kiguel, titular de Econviews.

El Gobierno, en estos 15 días hábiles, está en modo “resistir” hasta el 26. La semana que pasó el Tesoro vendió buena parte de los dólares que había comprado la semana pasada y evitó que el dólar volviera al tope de la banda. También agregó venta de dólar futuro y bonos dólar-linked.
Descomprimió, una vez más, la invitación de Bessent al ministro Luis Caputo a Estados Unidos para darle forma a la ayuda. De todos modos, es difícil imaginar que esos dólares serán liberados para que el Central los queme en su tarea de sostener el tipo de cambio.
Tres frentes abiertos
Hay tres frentes hoy abiertos. El primero que se activó fue el de reconstruir todos los puentes rotos por los libertarios. El “nos vemos en las urnas” funcionó en la ciudad de Buenos Aires con Manuel Adorni pero después se vino la noche. Milei y Mauricio Macri se reunieron dos horas el viernes pasado y el Presidente lo elogió luego en redes, después de haberlo ninguneado más de un año.
Hay algunos gestos con gobernadores y si bien es probable que con muchos sea tarde –“después del 26 nos reunimos”, le dijeron varios- urge tener acuerdos políticos que garanticen gobernabilidad, como ya hizo en el 2024.
El segundo frente está en cómo transitar los 15 días hábiles hasta las elecciones. Kiguel es de la idea que el Gobierno no va a devaluar antes, pero que sí podría endurecer los controles cambiarios, como algunas trabas adicionales a los minoristas o restringir los pagos a las importaciones.
“El equipo económico ya dejó entrever que prefiere ese camino antes que devaluar”, dice Kiguel. Aparecieron las restricciones cruzadas para minoristas (si comprás en el mercado oficial no podés ir al MEP por 90 días, para frenar el “rulo”) y las billeteras virtuales dejaron de vender dólares oficiales a sus clientes.
El economista Agustín Monteverde, segundo candidato a senador por la Libertad Avanza en la ciudad de Buenos Aires, dice que hay poder de fuego suficiente hasta las elecciones.
“Tanto el Tesoro como el Banco Central están en condiciones de afrontar toda esta salida de divisas hasta el día 26, en la semana se fueron algo así como 800 y pico de millones de dólares y quedan sólo tres semanas, hay espaldas como para soportarlo”, dice.
“La batería de dispositivos con los que cuenta el Tesoro de Estados Unidos es tan amplia y de tal magnitud que creo que efectivamente va a calmar a los mercados”, agrega.
La ayuda del norte
El tercer frente es el que se está trabajando con Bessent. Está claro que con posteos y fotos el mercado no se calmó y está esperando planes concretos de respaldo.

“Todavía no sabemos qué va a usar Estados Unidos, si el fondo de Estabilización o un swap o si lo va a hacer detrás del FMI con los Derechos Especiales de Giro (DEG), es difícil saberlo aún”, señala el economista Marcelo Elizondo, especialista en mercados internacionales.
Si bien técnicamente los DEG no son una moneda, se le parecen. Son un activo de reserva internacional, cuyo valor se basa en una canasta de cinco monedas (dólar, euro, renminbi chino, yen y libra). No pueden ser mantenidos por entidades privadas ni personas físicas y sus 20 tenedores (países miembros y el propio FMI) pueden eventualmente cambiar por moneda cuando lo necesiten.
“No hay ninguna claridad sobre qué es lo que se está negociando con el Tesoro de Estados Unidos. No es habitual un swap entre Tesoros, y sí lo es entre Bancos Centrales. Pero el Tesoro de Estados Unidos no puede, en principio, ordenarle a la Reserva Federal que le dé a Argentina un swap, como ocurre con el PBOC de China. De allí que no podemos saber qué forma le darán”, apunta el economista Guillermo Mondino, exfuncionario de la gestión de Domingo Cavallo en los ’90 y actual profesor en la Universidad de Yale, en Estados Unidos.
“El Fondo de Estabilización cambiaria de Estados Unidos es un instrumento que tiene liquidez relativamente limitada (unos 25 mil millones) y luego tiene unos 150 mil millones de DEG en el Fondo Monetario. Por lo sugerido por Giorgieva, aparentemente lo que se estaría explorando es que el Tesoro utilice parte de esos SDR, que luego se canjearían con la Reserva Federal por los acuerdos vigentes, y así Argentina recibiría dólares”, explica.
De todos modos, insiste en que aún no está claro qué forma se le daría a esta operación, ya que si es nuevo endeudamiento debe pasar por el Congreso.
“Aquí lo relevante es para qué se utiliza ese dinero y, en mi opinión, debe servir para revisar y perfeccionar el programa económico y así recomponer credibilidad y ganar horizonte. Eso, más acuerdos políticos que le den gobernabilidad a Argentina, es lo principal. Luego si es un swap, si son compras de bonos argentinos por el Tesoro o un préstamo me parece bastante menos relevante”, concluye.