Javier Milei insiste: las elecciones de 2025 le darán la fuerza legislativa que hoy no tiene. Con su slogan “la Libertad Arrasa”, pronostica un escenario diferente al acatual. Pero, ¿es así?
El periodista Pablo Salinas elaboró una proyección sobre cómo podría quedar conformada la Cámara de Diputados después de las elecciones de este año. A partir de los resultados de 2023 y aplicando el sistema D’Hondt en cada provincia, armó tres escenarios posibles: uno tomando las Paso como referencia, otro basado en las elecciones generales y un tercero con un resultado similar al del balotaje presidencial.
El resultado es claro: bajo cualquier escenario, el bloque oficialista La Libertad Avanza (LLA) sería el único en crecer de manera considerable. Hoy cuenta con 39 diputados, pero podría llegar hasta los 94 en el caso de una elección tan polarizada como el ballotage.
Incluso en el escenario más modesto (repetición de las PASO 2023), LLA subiría a 75 bancas, es decir, 36 más que las actuales.
Esto tiene una explicación lógica. El oficialismo solo pone en juego ocho bancas este año, porque su irrupción nacional fue reciente. El resto de los bloques, en cambio, arriesga más.
Pero seguiría lejos de los 129 que necesita para poder lograr, por sí solo, las leyes que quiere Milei.
Quién gana, quién pierde
La simulación muestra que Unión por la Patria (UxP), hoy el bloque más grande con 98 diputados, podría caer hasta 89 en el peor escenario. Solo repetiría su número actual si la oposición logra una performance idéntica a las generales de 2023.
El retroceso, aunque leve, marcaría una pérdida de capacidad de negociación frente a un oficialismo que avanza.
El PRO, en tanto, se mantiene en niveles similares en los escenarios moderados (35 y 34 bancas), pero en el caso de un escenario de fuerte polarización sufriría una caída pronunciada, con una pérdida de 13 diputados, quedando en solo 22.
La UCR, que hoy tiene 14, bajaría en todos los escenarios, llegando a un piso de 9. Encuentro Federal y Democracia para Siempre también verían reducir su representación, lo que empuja a estas fuerzas a explorar nuevas alianzas para sostener poder en un Congreso cada vez más concentrado.
Un dato relevante es la pérdida de representación de los bloques menores. Al menos 10 agrupaciones perderían su única banca, lo que acentúa el proceso de “achicamiento” del Congreso: menos bloques y más concentración de poder.
Pero más allá de su crecimiento, LLA no alcanzaría por sí sola los 129 diputados necesarios para tener mayoría propia. Ni siquiera en el escenario más favorable.
Pero sí lograría algo que no es menor: garantizar el control del “tercio de bloqueo”, es decir, el número de diputados suficientes (86) para frenar los dos tercios que habilitan, por ejemplo, la insistencia sobre leyes vetadas o un juicio político al presidente.
En alianza con el PRO, ese bloque oficialista ampliado podría oscilar entre 100 y 116 bancas, lo que le daría un margen mucho más cómodo que el actual para imponer agenda. En ese esquema, la necesidad de negociar leyes seguiría vigente, pero con costos mucho más bajos.
Negociar
“El Gobierno no puede dejar de negociar luego de las elecciones”, advierte Salinas en su publicación, aunque aclara que las condiciones serán otras. “Este ahorro, producto de incrementar sus miembros puros, sería un aporte fundamental en el esquema de gobernabilidad para LLA”.
Según el análisis, el crecimiento de LLA y la caída de los bloques tradicionales consolidan una Cámara menos heterogénea. El fenómeno Milei actúa como fuerza centrífuga: atrae aliados, empuja la polarización y obliga a la reconfiguración de los espacios del medio.
Esto se ve con claridad en los intentos de construcción de un nuevo centro político. Como explica Salinas, ante el riesgo de desaparecer del mapa legislativo, fuerzas como la UCR, la Coalición Cívica, el monzoísmo y el espacio de Facundo Manes han comenzado a acercarse.
“Cuando de sistema D’Hondt se trata, la unión hace la fuerza”, escribe el analista.
En paralelo, algunos gobernadores (que también perderían peso si sus representantes en Diputados caen) podrían ensayar acuerdos con LLA para retener bancas. La lógica es clara: a mayor polarización, menor representación de las terceras fuerzas, lo que obliga a moverse rápido para no quedarse fuera del reparto.
El Senado, el otro frente
La simulación también alcanza al Senado. Allí, el panorama es similar: LLA sería el único bloque con chances reales de crecimiento. La diferencia es que en esta elección el oficialismo no arriesga ninguna banca, lo que le da margen para crecer sin exponerse.
El gran objetivo de Milei es alcanzar el “tercio de bloqueo” también en la Cámara Alta. Esto requiere 24 senadores. Con los propios no alcanza, pero con el apoyo del PRO y alguna fuerza provincial podría acercarse.
Las fuerzas provinciales, que hoy son claves para armar mayorías, están en problemas. Neuquén, Río Negro y otras corren riesgo de perder bancas si no logran alianzas amplias. En un escenario polarizado, la representación local se reduce.
¿Vuelve el Ministerio del Interior?
El avance de LLA, la fragmentación opositora y la necesidad de acuerdos con gobernadores podrían obligar al Gobierno a repensar su estrategia de negociación. Salinas señala que una posibilidad es restituir el Ministerio del Interior, hoy degradado a una vicejefatura de Gabinete.
“Es probable que luego de las elecciones de medio término sea necesario incorporar una figura de peso en la negociación política con los mandatarios provinciales”, sostiene. El antecedente inmediato es la última sesión del Senado, donde el oficialismo sufrió para contener una mayoría y expuso debilidades.
Además, el periodista destaca un punto político de fondo: “La política son hechos, gestos y símbolos”. En un país federal, la figura del ministro del Interior cumple un rol simbólico y operativo que hoy no está cubierto.