El politólogo Andrés Malamud analizó el escenario político argentino en la antesala del proceso electoral, subrayando la desorganización de la oposición y la turbulencia económica como rasgos centrales. Según afirmó, “el único partido nacional es violeta. Es La Libertad Avanza. Y esto tiende a ser así en todos los regímenes presidencialistas”.
Y habló del “cuco” kirchnerista como factor clave para los libertarios.
En una extensa nota con el streaming La Voz En Vivo, explicó que en Argentina, además, el federalismo otorga estabilidad a las provincias; pero no necesariamente genera estabilidad nacional.
Para Malamud, el panorama actual combina un oficialismo con cohesión territorial y una oposición fragmentada. “El Gobierno nacional lo logró porque el desconcierto es estructural”, señaló.
Además, consideró que, incluso con líderes sin un rumbo claro, los partidos podrían mantenerse unidos, pero que el oficialismo intervino para generar rupturas: “El objetivo del gobierno fue tornar ese desconcierto en división y lo consiguió”.
En su diagnóstico, la victoria del oficialismo en octubre es “prácticamente inevitable”, y se sustenta en dos factores concretos.
Por un lado, la presencia de listas en las 24 provincias. Por otro, el bajo número de bancas que arriesga a perder: “Los libertarios solamente ponen en juego cuatro. Y ahora conseguirán, haciendo una pésima elección, muchos más diputados y unos cuantos senadores. Así que solo pueden ganar”.
No obstante, advirtió que un triunfo demasiado ajustado podría ser problemático para Milei, ya que limitaría su capacidad para obtener una buena representación parlamentaria y para convencer a los mercados.
A su juicio, “si ganan con el 30% están en el horno”.
“No suficiente ni para tener una buena representación que les permita un tercio en las cámaras ni para convencer a los mercados de que hay Milei para rato”, advirtió.
Malamud analizó también el impacto que tendría un resultado electoral amplio sobre la dinámica parlamentaria. Dijo que podría generarse coordinación opositora “contra el Gobierno” y que el oficialismo debería repetir en el Congreso la estrategia que desplegó en las provincias: dividir a sus adversarios.
Sin embargo, observó que, en ocasiones, los acuerdos que logran figuras como Guillermo Francos o Martín Menem son desbaratados por el propio presidente. “Rompe, dinamita los acuerdos que necesitan para gobernar. Tan convencidos de que con el resultado electoral les va alcanzando para gobernar solos”, subrayó el politólogo.
En cuanto a la situación económica, vinculó la advertencia presidencial sobre la penalización de emisión monetaria con antecedentes de 2001, cuando se intentó “tornar ilegal el déficit fiscal”.
Sostuvo que “la realidad a veces se modifica con leyes pero sobre todo con comportamientos” y que el oficialismo enfrenta riesgos en su meta de equilibrio fiscal debido al endeudamiento y a la persistencia de estructuras burocráticas.
El rol de Cristina y de Macri
A lo largo de la entrevista, el politólogo dedicó un tramo central al papel de Cristina Kirchner y Mauricio Macri.
En su visión, ambos cumplen una función en la estrategia de Milei: “Da la impresión de que Macri y Cristina solo van a tener el rol que les permita la libertad, o sea, mientras la economía se mantenga estable. Y el rol que les permite la libertad es el de elementos centrales para dividir sus partidos. Macri contribuyó a la dilución del PRO y Cristina contribuyó a la división del kirchnerismo. Macri y Cristina son funcionales a Milei. ¿Lo quieren o no? ¿Lo sepan o no? A Milei le sirven los dos”.
Malamud sostuvo que la influencia de ambos exmandatarios depende de que la economía conserve cierta estabilidad. Mientras esto ocurra, su rol se limitará a generar divisiones en sus espacios políticos.
“Milei los va a mantener dando vueltas para que sigan rompiendo los partidos”, afirmó. Esta funcionalidad, remarcó, no implica coordinación ni acuerdos, sino que responde a una conveniencia que el presidente buscará sostener.
En el caso de Macri, el analista señaló que su accionar ha contribuido a la “dilución del PRO”, debilitando la estructura del partido que él mismo fundó. En el kirchnerismo, la persistencia del liderazgo de Cristina mantiene viva la identidad del sector, pero también profundiza la fragmentación interna del peronismo, que según Malamud presenta listas en apenas 16 provincias, con ausencias en ocho distritos clave.
“Los votos del cordobesismo peronista no se suman a los votos del kirchnerismo bonaerense”, indicó, lo que a su juicio asegura una ventaja al oficialismo.
El politólogo explicó que el Gobierno necesita un antagonista fuerte para sostener su narrativa electoral y que el kirchnerismo cumple ese papel. Al referirse a la utilización de consignas como “Nunca Más” contra el kirchnerismo en actos recientes, sostuvo que “sin kirchnerismo, sin un cuco, sienten que no pueden ganar las elecciones”.

Para él, este recurso se intensifica cuando los resultados económicos no son lo suficientemente positivos: “Las campañas de miedo se hacen cuando uno no está teniendo todo el éxito que querría tener”.
Malamud y la provincia de Buenos Aires
Malamud agregó que la provincia de Buenos Aires es un elemento estratégico en esa construcción de antagonismos. Consideró que, paradójicamente, al Gobierno nacional podría convenirle perder en ese distrito: “El gobierno necesita alguien a quien echarle la culpa. ¿Qué es mejor que tener, como le llaman ellos, al ‘enano soviético’?”.
Sostuvo que un kirchnerismo fuerte en la provincia permitiría al oficialismo responsabilizarlo por problemas económicos o sociales, evitando así que toda la presión recaiga sobre la administración nacional.
En el Congreso, anticipó que el oficialismo intentará replicar su estrategia de división, incluso sobre sus aliados actuales. Explicó que podría reemplazar legisladores macristas por libertarios en distritos donde hoy votan de manera conjunta, reforzando así la identidad propia del bloque oficialista.
El analista enmarcó este proceso en una tendencia más amplia de fragmentación opositora. Recordó que radicales, macristas y peronistas se encuentran dispersos en distintas alianzas provinciales, y que esta situación es resultado tanto de tensiones internas como de la acción deliberada del gobierno.
En este sentido, Macri y Cristina son, para Milei, piezas que facilitan mantener y profundizar esa dispersión.
Malamud y el discuso presidencial
Sobre el discurso presidencial y su tono, Malamud observó que Milei podría moderar los insultos a adversarios por razones tácticas, especialmente al incorporar a figuras provenientes del PRO que rechazan ese estilo.
Recordó que “si él decide ahora dejar de insultar no es porque se volvió bueno, es porque midió” y recibió encuestas que mostraban pérdida de votos por ese motivo. Sin embargo, remarcó que el presidente tiene capacidad para adaptarse y adoptar estrategias distintas si lo considera conveniente.
En relación con la competencia territorial, el politólogo analizó la figura del “grito federal” y la unión de gobernadores opositores, señalando que esta coalición podría disputar a Milei parte de su electorado del interior, pero que enfrenta dificultades para generar mística y comunicación efectiva en redes sociales.
Finalmente, reiteró que la permanencia de Macri y Cristina en la escena política es beneficiosa para el oficialismo mientras la economía no se desestabilice. En su evaluación, la estrategia de Milei contempla sostener su visibilidad para que continúen influyendo en la fragmentación de sus partidos y en la construcción de un adversario que movilice a su electorado.