Al cierre de 2020, el 10 por ciento de los hogares con mayores ingresos del Gran Córdoba registraba ingresos 18,7 veces superiores al del 10 por ciento más humilde, según los últimos datos de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) del Indec
Laura Caullo, economista del Ieral de Fundación Mediterránea, pone números a esa brecha con los datos oficiales: mientras en la base inferior de la pirámide social el ingreso per cápita (por cada integrante) de un hogar fue de 4.000 pesos, en el otro extremo, el vértice social, superó los 75.100 pesos.
A lo largo de 2020 la desigualdad medida en ingresos fue registrando diferentes comportamientos: se incrementó en el segundo trimestre del año, el más duro de la cuarentena estricta, y mejoró sobre el cierre del año. Sin embargo, esta disminución estuvo más asociada a la pérdida general de ingresos y el descenso de sectores antes mejor posicionados que a una mejora sustancial en el bolsillo de los sectores más humildes. Una especie de “igualamiento a la baja”.
En ese resultado final, también talla el modo en que los programas sociales que distribuyen ayuda económica lograron apuntalar en parte el ingreso de los más humildes. Según datos del Indec, sobre el cierre del año el peso de los “ingresos no laborales” (ayuda social y también jubilaciones, rentas e inversiones) en ese sector fue del 68 por ciento, mientras que el 10 por ciento con mejor ingreso de la población pesó sólo el 18,6 por ciento.
Sin embargo, si se mira la película y no sólo la foto del 2020, la desigualdad es otro rasgo que se profundiza en Córdoba al ritmo del deterioro social. Laura Caullo lo pone en datos: “Si se mira el cierre de 2016, la brecha de ingresos era de 16 veces, y en cuatro años trepó a 19. Esos datos, nacionales, se replican en Córdoba”.
