El economista Alfredo Blanco analizó las últimas medidas cambiarias del gobierno de Javier Milei, las tensiones que enfrenta el programa económico y los desafíos luego de la salida del cepo.
Si bien destacó la importancia de haber ordenado las cuentas fiscales, advirtió sobre riesgos por la inflación, las tensiones sociales y la tasa de interés.
“Las decisiones de normalizar el mercado cambiario son razonables, pero falta mucho para lograr una recuperación económica”, sostuvo en Voz y Voto.
–¿Cuál es su primera mirada sobre la salida del cepo?
–El Gobierno lo presentó como una tercera etapa, pero en rigor es una modificación muy importante que no estaba en los planes hasta antes de las elecciones. La situación del sector externo era muy frágil: aunque el Banco Central compraba dólares, seguía vendiendo reservas. Para estimular a los exportadores, se había implementado el blend, permitiendo liquidar una parte en el mercado oficial y otra en el financiero. Pero la pérdida de reservas se volvió insostenible. El Gobierno no tuvo muchas opciones: pidió al Fondo Monetario un refuerzo de reservas y, a cambio, tuvo que modificar la política cambiaria. La estrategia del crawling peg, devaluar 1% mensual con una inflación por arriba el 2%, estaba generando atraso cambiario, lo cual ya sabemos en Argentina suele terminar mal.
–Tipo de cambio atrasado es dólar barato.
–Exactamente. Sorprendió la velocidad con que se dispuso el primer desembolso del Fondo y la flexibilización de las restricciones cambiarias, sobre todo para personas físicas. El Fondo es partidario de un tipo de cambio flotante y menos restricciones de capitales. El Gobierno tomó esa decisión. Después vinieron las clásicas advertencias apocalípticas en los medios, pero el lunes siguiente no pasó nada grave. Tampoco estamos en el paraíso, como dicen algunos oficialistas. Simplemente seguimos adelante.
–En 2018, el crédito del FMI no evitó la crisis. Ahora se dice que Milei es diferente porque no hay déficit. ¿Qué diferencia ve, si las hay?
–Una diferencia importante es el orden fiscal. Macri unificó el tipo de cambio y levantó restricciones, pero cuando llegó la corrida de 2018 no tenía solidez fiscal. Milei, en cambio, muestra un superávit financiero, lo cual es un respaldo. De todos modos, creo que tendrá que ajustar más, porque uno de los compromisos asumidos con el Fondo es acumular reservas de manera significativa. Y ahí puede haber problemas, porque Milei dice que no va a comprar dólares hasta que el tipo de cambio toque el piso de la banda. Veremos si en junio cumple.
–¿Va a tener que comprar dólares antes de que llegue a $ 1.000?
–Creo que sí. Milei a veces dice cosas que después acomoda. Es razonable: ningún funcionario va a admitir que está en problemas con las reservas, porque eso genera corridas. Imaginen que le ministro de Economía dice que estamos mal, que no hay reservas... Además, hay que mirar un tema con cuidado, que es la tasa de interés porque ahora se vuelve un instrumento clave para contener riesgos cambiarios.
–¿Por qué la tasa es tan importante?
–Porque si sube la tasa, algunos agentes podrían desarmar posiciones en moneda extranjera y pasarse a pesos. Eso ayuda, aunque tiene efectos negativos en el crédito y la actividad económica. En Argentina, donde el crédito es chico, el impacto es menor que en otros países, pero ese impacto existe.
–El crédito además está impulsando la recuperación económica. ¿Qué puede pasar?
—La suba de tasas puede morigerar esa recuperación. Además, la recuperación venía muy desigual: algunos sectores mejoraban, otros no tanto.

Blanco y la inflación
–¿Y la inflación? El dólar subió, luego bajó, y la devaluación fue menor de lo esperado.
—En Argentina, incluso una devaluación moderada tiene efecto recesivo e impacto en precios. Lo que llaman pass through es muy rápido. Ya tuvimos un índice alto en marzo, y abril puede cerrar arriba del 3%, quizá cerca del 4%. El Gobierno resignó, aunque no lo quisiera, su bandera de bajar la inflación rápidamente, apostando a estabilizar primero el sector externo. Veremos si eso le da mejores condiciones políticas más adelante.
—Esta semana el ministro de Economía pidió a los supermercados que no suban los precios. ¿Puede frenar la inflación?
—Hasta cierto punto, sí. Porque a los grandes grupos les conviene llevarse bien con el Gobierno, pero el margen es limitado. Además, muchos productos locales dependen de insumos importados, que aumentan con la suba del dólar. Y no hay que olvidar las pujas distributivas: si los salarios ajustan 2% mensual pero la inflación es más alta, va a haber tensión.
–Ya hubo un paro de la CGT.
–Fue básicamente político, pero genera ruido. En Argentina, para que un programa económico funcione, además de consistencia fiscal y monetaria, necesita apoyo político. Y para construir poder político hace falta éxito económico. El programa de Milei tiene razonabilidad en algunas medidas, como normalizar el mercado cambiario o respetar la regla fiscal, pero todavía falta mucho para lograr estabilidad y recuperación.
–Sobre la construcción: Milei dice que el Estado debe retirarse y dejar todo al sector privado. ¿Es viable?
—Milei enfatiza mucho su adhesión a la escuela austríaca, en particular a ciertas versiones extremas como la de Murray Rothbard. Pero destruir el Estado no es algo que veamos en el mundo real. Esa retórica le gusta a su base electoral, pero no es práctica.
–¿Puede ser una estrategia para que las provincias asuman más responsabilidades?
—Puede ser, pero la relación Nación-provincias siempre fue conflictiva, y en Córdoba sabemos bien cómo son esos choques. Por ejemplo, con los fondos de la Caja de Jubilaciones. Va a ser difícil.