“Si el Presidente (Javier Milei) pierde, no seremos generosos con Argentina”, disparó Donald Trump en una improvisada conferencia de prensa, antes de almorzar con la delegación argentina encabezada por el propio presidente Javier Milei.
Sentado de frente al exmandatario estadounidense, Milei no pudo ocultar su desconcierto. Fue un gesto fugaz pero elocuente, al escuchar –a través del traductor oficial– las palabras de su admirado “amigo” Trump.
A su izquierda, el ministro de Economía, Luis Caputo, comprendió de inmediato el impacto de esa declaración. Domina el inglés y también la política: supo enseguida que esa frase retumbaría con fuerza en el último tramo de una campaña electoral para el 26 de octubre.
También repercutió de inmediato en los sensibles mercados financieros. Los bonos argentinos cayeron hasta un 6%, luego de los dichos del presidente estadounidense.
Lo que siguió fue una carrera contrarreloj del equipo libertario por aclarar lo dicho: Trump –aseguraron– se refirió de las lejanas elecciones presidenciales de 2027, repitieron casi a coro, la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, y el vocero presidencial Manuel Adorni.
El problema es que lo que Milei necesita, de manera urgente, es ganar las elecciones del 26 de octubre. Y su aliado del Norte, lejos de tenderle una mano, con su declaración poco clara, le arrojó un lastre, más allá de que la intención final fuera ayudarlo en la campaña.
Pero más allá del revuelo por la frase y de los malabares para desactivarla, lo concreto es que no hubo anuncios. Ni espectaculares, al estilo Trump, ni modestos, como los que supieron hacer anteriores presidentes de los Estados Unidos.
Antes de partir hacia Washington, Milei había prometido abundancia: “Nos van a salir dólares por las orejas”, proclamó con euforia. Caputo fue aún más lejos: aseguró que la cumbre sería “la más importante de la historia”.
No sería la primera vez que los libertarios se dejan llevar por la exageración. Pero quizás, en la intimidad, Milei y su ministro ya estén lamentando haber creado una expectativa casi desmedida por la cumbre en la icónica Casa Blanca.
Más promesas
También el siempre locuaz ministro de Desregulación, Federico Sturzenegger, se había sumado al coro de promesas. Anticipó un acuerdo comercial “inédito” con Estados Unidos, insinuando que sectores clave de la producción nacional obtendrían un “acceso privilegiado al mercado norteamericano”.
Declaraciones rimbombantes del ahora funcionario libertario -y antes macrista- que todavía esperan convertirse en realidad.
Por ahora, lo único que abunda son las promesas. Y lo que Milei y los libertarios necesitan con desesperación son anuncios concretos: agua en el desierto para llegar con oxígeno a las urnas dentro de 12 días.
Mientras tanto, Cristina Kirchner -atenta como siempre a las fisuras del adversario- no dejó pasar el desliz de Trump. Tal vez no leyó aquella frase atribuida a Napoleón Bonaparte (aunque muchos, erróneamente, la adjudican a Juan Domingo Perón):
“No lo interrumpas cuando tu enemigo se está equivocando”.
No hizo falta. Desde su cuenta de X, la expresidenta compartió un título de Clarín que atribuía a Trump la siguiente advertencia: “Nuestros acuerdos están sujetos a quien gane las elecciones”.
Y como quien clava el puñal con una sonrisa, la expresidenta remató con una línea propia: “Argentinos… Ya saben lo que hay que hacer”.