Hace varias semanas, todos quedamos impactados frente a la noticia sobre el caso de una adolescente de 12 años en Santa Fe que murió cuando se sometía al reto viral “Blackout Challenge” en la red social Tik Tok. El reto, también conocido como “el desafío del apagón” o del “desmayo”, consiste en ponerse un cinturón o una soga alrededor del cuello y soportar el mayor tiempo posible sin respirar.
Lo que caracteriza esta conducta es que es filmada y compartida con una audiencia que observa del otro lado de la pantalla, Quienes practican el reto es como si estuvieran permanentemente “en escena”, con la intención de llegar a más seguidores y sumar likes, o como modalidad de constituir una personalidad de aceptación por parte de sus pares y amigos, más allá de si el reto implica tener que soportar humillación y sufrimiento.
Podríamos preguntarnos cómo se expresa la identidad de los jóvenes en la era de las aplicaciones. Para algunos, será un modo de presentar una imagen deseable, alejada de los conflictos y de las dificultades.
Para otros, implica diferenciarse de los adultos o bien seguir a la manada. Sin embargo, sabemos bien que las aplicaciones pueden contener retos que amplíen o limiten la expresión de la identidad que se está constituyendo.
Una de las preguntas que se hacen los jóvenes que están iniciando la adolescencia es, justamente, “¿quién soy?”. Y las redes sociales les condicionan la necesidad de demostrar que son capaces de lograr los desafíos que se impongan, a pesar de los riesgos que estos les impliquen, lo cual forma parte de la omnipotencia adolescente, sentimiento de que “nada malo” les puede suceder.
Es característico de esta etapa de la vida la falta de conciencia de estar transitando caminos peligrosos y muchas veces en escenarios casi mortíferos, es decir, que juegan con los límites y al borde de situaciones que pueden llegar a ser catastróficas.
¿Qué podemos hacer los adultos? Considero de suma importancia que la familia y el entorno que acompañan a púberes y adolescentes estén al tanto y conozcan el mundo digital de los chicos. Esto no debe ser vivido desde la sanción, sino desde el diálogo y el esclarecimiento, para poder anticiparse y prevenir posibles riesgos a los cuales puedan llegar a enfrentarse, como manera de construir un espacio de confianza, contención y respeto.
El solo hecho de compartir espacios, dialogar sobre los vínculos y las actividades, puede habilitar conversaciones en las que se expongan riesgos.
* Psicóloga, psicopedagoga especializada en orientación vocacional y docente de Psicología, Uade.
