–Si tuvieras que llenar un formulario con una sola palabra para tu actividad, ¿qué pones? Médico, historiador, político, jubilado…
–Tendría que poner jubilado, porque soy todas las anteriores, o he sido. En una sola palabra no puedo encerrar todo eso, imposible. He sido enamoradizo, podría ser la palabra, porque me enamoré de la medicina desde chico.
–¿Cómo fue eso?
–Me recibí de médico, ejercí con cariño y quiero mucho la profesión. Después se me cruzó la política y me enamoré de la política. Quise convivir con las dos, pero son dos señoras muy celosas, dominantes, y me exigieron elegir. Entonces, cuando fui elegido senador, dejé la medicina con ánimo de estar un tiempo, unos años y volver. Al final tuve 12 años y cuando quise volver, la medicina había evolucionado de forma tan vertiginosa que yo ya no me animaba a ejercerla sin ponerme al día, que eran uno o dos años de estudio, y tenía cuatro bocas que querían comer dos veces al día. Entonces tuve que buscar trabajo, hasta que un amigo que tiene una inmobiliaria me dio laburo. Y siempre tuve un amante, que es la historia, tanto cuando ejercía la medicina como cuando estaba en política. Y ya entonces le dedicaba el tiempo libre, y ahora que estoy jubilado le dedico todo. Vivo con la amante prácticamente.
–¿En cuál te sentiste más cómodo?
–Me han gustado todas, las he querido, yo me he enamorado de todas las cosas que he hecho. La medicina me encantaba y me encanta. Si pudiera y fuera más joven volvería a ejercer la medicina. La política me apasionó pero me echaron. Y con la historia, me ha dado muchas satisfacciones y me las sigue dando hasta hoy. Quizás es con la que me siento más cómodo.
–Seguís siendo una persona activa en política, aunque no ya en la política partidaria.
–Sí, sí, totalmente. Trato de serlo y me esmero, me impongo a mí mismo a serlo, porque me sigue apasionando y además pienso que la experiencia que tuve puede llegar a ser útil para alguien que haga lo mismo. Por supuesto, la política partidaria ni loco. Además, ya a esta edad, pensar que tengo que salir en auto y recorrer la provincia.
–Hablas de tu retiro de la política, que es una actividad en la que muchos de los ocupan cargos públicos el único límite es el biológico. ¿Cómo te fuiste?
–Me expulsaron de la Ucedé. Yo era presidente del bloque de senadores provinciales y al partido ya se lo habían vendido a Carlos Menem. Entre los vendedores estaban María Julia Alsogaray y Germán Kammerath. Me enfrenté mucho con Germán y llegó un momento en que recibí información fehaciente y pruebas de sus actividades delictivas y lo denuncié en la Justicia. En 1994, fueron cómplices de esa reforma constitucional asquerosa que arrasó con el federalismo, con la república. Yo hice unas declaraciones, me hicieron un tribunal partidario y me expulsaron. Después todos los integrantes de ese tribunal me pidieron disculpas. Y Kammerath terminó preso.
–Te fuiste sin sospechas y a buscar trabajo. ¿Cómo ves eso de que la mayoría de los dirigentes salen de la función pública con una muy buena posición económica?
–Si te enriquecés con la política hay un solo camino: la corrupción. No hay forma de enriquecerse con la política si no es corrompiéndote, es decir, robando, choreando. No hay forma.
–Y la Justicia no siempre persigue esos actos.
–La Justicia no puede hacer deducciones como la que yo te he hecho, que es una deducción genérica con la cual no puedes condenar a nadie. Pero no la veo tampoco muy entusiasmada con eso, no es activa. Obviamente, cada causa judicial por corrupción de un funcionario público demora 10, 15, 20 años. A Cristina Fernández de Kirchner la han terminado de condenar y está cumpliendo su condena después de cuántos años. Sin justicia, el sistema republicano ni ningún sistema de gobierno funciona.
–¿Y cómo ves el funcionamiento institucional del país?
–Bastante mal. Lo comparo con la medicina. Javier Milei ha tenido éxito en atacar un síntoma de nuestra enfermedad, pero esa no es nuestra enfermedad, simplemente es un síntoma, un derivado, una consecuencia. La enfermedad es una grave crisis cultural, institucional y ética. Los médicos sabemos bien que cuando la enfermedad de base tiene una consecuencia lateral. Ese síntoma puede agravarse y poner en riesgo la vida del enfermo. Pero si sólo curas las consecuencias, la enfermedad de base va a volver y va a ser más grave. Milei está teniendo éxito en la urgencia, que es la economía, pero la urgencia económica es consecuencia de lo otro y ese otro no lo está ayudando con su conducta.
–¿Y en Córdoba?
–Veo que hay una ligereza, una falta de consolidación del sistema republicano. La Legislatura es una simple escribanía. En el Poder Judicial hay muchos que pasan de un cargo político a un cargo judicial. Entonces hay una confusión de poderes que hace que el sistema no funcione bien. Y a eso se suma algo que roza con el delito que es la utilización de recursos públicos para promoverse a sí mismo. La ley de ética en la función pública dice que en una publicidad pagada con recursos públicos no puede aparecer ni la imagen ni el nombre de un funcionario que con ello se vea favorecido personalmente. Lo que pasa es que esa ley es de esas leyes que no sirven para nada porque establece una prohibición pero no una pena para el que la incumpla.
–Milei emerge con la bandera de cambiar todas estas cosas, esos vicios de la política. ¿Hemos avanzado en algo?
–No veo que hayamos avanzado. Lo que sí debo reconocer es que Milei no está utilizando dinero público para hacer propaganda de sí mismo. La batalla cultural de él es más ideológica y me parece que esa no es la batalla que yo espero de un presidente, que combata al que piensa distinto. La batalla que debe dar es contra la corrupción, no contra el que piensa diferente.
–¿Cómo ves la cultura de Córdoba?
–Muy deteriorada. Córdoba ya no sé si todavía merece el apelativo de la Docta. Por ejemplo, la universidad que era la que marcaba la diferencia, hoy está convertida en un ámbito de disputa política y de preparación de los estudiantes para ir a hacer política en un partido. Se habla más de las elecciones en la universidad que de la capacidad con que salen los egresados. Hoy no estamos como en 1918, los problemas son otros. No tiene que haber una universidad gratuita. El rico tiene que pagar la universidad. Porque si no la paga se termina haciendo una distribución perversa de la riqueza. Porque el pobre, que no puede mandar a su hijo a la universidad, está pagando con sus impuestos al hijo del rico el estudio universitario. Eso no me parece justo, que el rico pague y que el que no tiene con qué pagar tenga la oportunidad de tener un buen sistema de beca que le permita estudiar. No creo que pueda seguir pensando en que los estudiantes tienen que salir a elegir las autoridades. Me parece contranatura. Me parece una locura el ingreso irrestricto de las carreras de alta demanda.
–Has sido siempre una persona preocupada por la preservación del patrimonio. ¿Cómo estamos en ese sentido?
–Algo hemos avanzado. A lo largo de los últimos 20, 30 años, ha habido una cierta conciencia colectiva de la preservación.
–¿Cuál es el lugar que más te gusta de Córdoba?
–Uno de los lugares que más me gusta es el Museo Juan de Tejeda. Me encanta, porque siento que he entrado al siglo XVII. Lo único que veo a mi alrededor es el campanario de la Catedral. No veo un solo edificio que se eleve por encima. Y estás en un ámbito que es realmente lo que era en 1650. La época de oro de Córdoba. Córdoba fue durante los 200 primeros años de nuestra historia la ciudad más importante del país. Buenos Aires era una aldea de contrabandistas espantosa. Y, bueno, ahí es donde nos jodieron con la Revolución de Mayo los porteños. Y nos borraron la parte donde Córdoba era la más importante, la más poblada, la más culta, etcétera. Y me gusta el barrio en el que vivo.
–¿Cuál es?
–Nueva Córdoba.
Perfil de Prudencio Bustos Argañarás
Prudencio Bustos Argañarás tiene 77 años. Es médico, historiador y político. Militó en el Partido Demócrata de Córdoba, que después pasó a ser la Ucedé. Fue senador y diputado provincial por esa fuerza política. Se retiró de la política partidaria después de denunciar a la conducción de su partido. Es miembro de la Junta Provincial de Historia de Córdoba y fundador del Centro de Estudios Genealógicos y Heráldicos de Córdoba. Ha publicado varios libros de historia y novelas.