La respuesta a la pregunta del título de esta nota transmite un mensaje importante para la continuidad de las políticas públicas.
Garantizar que todos los niños y niñas puedan aprender a leer y escribir desde los primeros años de la educación primaria es un objetivo compartido por Brasil y Argentina, tanto de los gobiernos nacionales como de los gobernadores.
Del lado brasileño, el gobierno federal lanzó el Compromiso Nacional para la Alfabetización Infantil en 2023. Del otro lado de la frontera, Argentina firmó el Compromiso Federal por la Alfabetización, que fue suscripto además por las 24 jurisdicciones del país.
Este compromiso con un tema central de la agenda educativa tiene razones bien conocidas y comunes: los niños y niñas que aprenden a leer y escribir a la edad adecuada tienen, sin duda, mayor probabilidad de éxito a lo largo de su trayectoria escolar.
Como resultado, las personas crean oportunidades para consolidar una trayectoria de vida adulta más cualificada, lo que contribuye a superar las desigualdades que aún prevalecen en nuestro continente.
Como ha demostrado Eric Hanushek, de la Universidad de Stanford, el nivel de aprendizaje, más que los años de escolarización, está directamente relacionado con el desarrollo individual y con el crecimiento económico a largo plazo.
Los países que invierten en la educación básica obtienen beneficios en productividad, en innovación y en equidad.
Diferentes y parecidos
A pesar de argumentos similares, los gobiernos nacionales de Brasil y de Argentina tienen actualmente posturas políticas muy diferentes. Entonces, ¿qué los lleva a invertir en un plan para erradicar el analfabetismo infantil?
La respuesta es, en realidad, un poco más simple de lo que se podría pensar: el problema y la solidez de la evidencia son comunes a ambos países.
El indicador de pobreza de aprendizajes del Banco Mundial, que mide la proporción de niños de 10 años que no pueden leer ni comprender un texto simple, destaca la gravedad del problema en América latina: más de cinco de cada 10 niños se encuentran en esta situación.
Abordar este desafío no sólo es un imperativo moral, sino también un requisito previo para el desarrollo sostenible de la región.
Las políticas públicas, ya sean concebidas e implementadas por gobiernos de un espectro ideológico o del otro, deben considerarse políticas de Estado, especialmente aquellas con objetivos nobles reconocidos, como mejorar la calidad de vida y las oportunidades de una nueva generación de ciudadanos.
Por lo tanto, la inversión en políticas educativas se concreta en un pacto no partidista, guiado por la evidencia, los datos y un compromiso ético con el futuro de la infancia.
Tanto en Brasil como en Argentina, a pesar del mismo objetivo, las políticas presentan diseños que difieren en algunos aspectos.
Sin embargo, los elementos centrales de un aprendizaje efectivo deben permanecen presentes en ambas iniciativas: acciones sistémicas e integrales como la formación continua de docentes, orientaciones y materiales didácticos para docentes y estudiantes, el seguimiento y evaluación de los aprendizajes, además del indispensable compromiso de los líderes políticos con la agenda.
Estos líderes deben desarrollar políticas que estén al servicio de alcanzar un objetivo mucho mayor: convertir a niños y niñas en protagonistas de sus propias historias y garantizar las condiciones para ello.
La alfabetización, por lo tanto, puede ser un hilo conductor en la construcción de un compromiso por parte de otros países latinoamericanos.
Profesor y abogado, fue alcalde de Sobral (Brasil)
Líder de la Fundación Instituto Natura (Argentina)