Gianni Infantino se ha convertido en el centro de atención futbolística gracias a la iniciativa de la Fifa de implementar el Mundial de Clubes.
Este campeonato que se está disputando en Estados Unidos representa la nueva joya del negocio de la Fifa.
La gran multinacional del fútbol
El torneo, que alberga a 32 equipos de todas las confederaciones miembro del mundo del fútbol (más Inter de Miami como invitado, ya que la figura de Messi debía jugar como fuera el evento) es la nueva presea para lograr réditos económicos para la entidad, sus patrocinadores, la televisación y, además, ingresar al siempre esquivo mercado norteamericano.
La Fifa revivió esta competencia en busca de reafirmar su carácter gran multinacional. El campeonato fue reinstalado con un nuevo formato en 2005 y, desde entonces, la gran mayoría de los ganadores han sido equipos europeos (salvo São Paulo en 2005, Inter en 2006 y Corinthians en 2012).
El botín que ofrece como anzuelo es bastante jugoso para sus participantes: en total, se entregará un récord de U$S 1.000 millones, de los cuales U$S 125 millones serán para el ganador del torneo.
Oposición europea
No obstante, ha despertado críticas de parte de la Uefa y de clubes europeos que han tenido que comprimir el calendario de sus competencias para cumplir con las exigencias de la Fifa, e incluso denunciaron a la entidad presidida por Infantino ante la Comisión Europea por “abuso de poder y posición dominante”.
Es que, a pesar del poderío económico y futbolístico de los clubes europeos, las críticas a este Mundial de Clubes están a la orden del día desde el Viejo Continente, especialmente desde el poco tiempo de descanso que han tenido como también los equipos poco competitivos que lo disputan (Bayern Múnich goleó 10-0 en su debut al Auckland neozelandés), las sedes muy alejadas o el calor extremo en ciudades como Los Ángeles o Miami.

Esto ha llevado que el presidente de la Liga de España, Javier Tebas, haya declarado que promete “acabar con este Mundial”.
Migrantes e interés
Más allá de las críticas futbolísticas, el campeonato se desarrolla en un momento álgido de la política norteamericana.
El mismo día de la inauguración del evento en Miami, las protestas anti-Trump y las críticas respecto al accionar de las redadas de la Policía antiinmigrante, llamada “ICE” (Servicio de Control de Migración y Aduanas), y de la represión por parte de las tropas federales desplegadas especialmente en California se multiplicaban por todo el país.
Se sabe que el fútbol tiene un fuerte apego a la comunidad latina en Estados Unidos y hay temor en muchos hinchas extranjeros de que, si asisten a los estadios, puedan ser detenidos y deportados.
La advertencia provino del propio vicepresidente, JD Vance, quien, en línea con la supuesta promesa de puertas abiertas que Trump le confió a Infantino, declaró que a los hinchas visitantes que “vengan, pero váyanse cuando terminen los partidos”.
En paralelo, el evento tampoco despierta mucho interés, ya que el soccer no es nada prioritario, y por eso no está teniendo demasiada atención dentro de sus fronteras.
A tal punto existe la preocupación en la Fifa por los bajos niveles de asistencia que para el debut del Inter de Miami de Lionel Messi tuvieron que reducir el precio de las entradas de U$S 349 y dejarlo en apenas U$S 55, para maquillar un poco lo vacío que lucía el Hard Rock Stadium.
Aliados poderosos
Más allá de las circunstancias estrictamente deportivas, este campeonato pone de relieve la esfera de poder en la que se maneja la Fifa.

Exprimiendo y erigiendo un negocio altamente rentable, esta organización puede valerse del soporte geopolítico de los Estados Unidos hacia la Fifa. Es que tras el “Fifagate”, se ha convertido en el centro neurálgico del fútbol, organizando grandes competencias, hasta pretender mudar la sede de la Fifa desde Zúrich hacia Miami.
La Fifa cuenta con otro aliado internacional: Arabia Saudita y los capitales árabes.
Los saudíes serán en 2034 sede de la Copa Mundial de Selecciones (elegida en diciembre de 2024 en una votación sin ninguna oposición), y para este campeonato de clubes son uno de sus principales financieros, ya que la cadena DAZN, a través de fondos de inversión árabes, se hicieron con los derechos de transmisión del evento por más de U$S 1.000 millones.
Negocio redondo
A exactamente 10 años del estallido del “Fifagate”, Infantino cuenta con el apoyo explícito de su amigo Donald Trump, quien incluso lo llevó como invitado especial a su gira por Arabia Saudita, Qatar y Emiratos Árabes Unidos.
Gracias a ello, ha logrado reposicionar a la entidad del fútbol como un gran factor de poder y seguir explotando al fútbol en su afán de mercantilización permanente.
En medio del debate sobre lo que vendrá, con nuevas competencias planeadas (como la Copa de Confederaciones en 2027) o la decisión de ampliar el número de participantes a 48 para el próximo Mundial de Clubes, la Fifa sigue creando o recreando inventos futbolísticos para que el apetito económico del mundo del fútbol continúe incólume y el negocio se mantenga.
Como sostiene Jorge Valdano, este torneo es uno más para que todos ganen dinero, menos el hincha que, a pesar de que le llueven los partidos todo el tiempo, cada día tiene menos emociones auténticas que celebrar.
*Director de la carrera de Relaciones Internacionales de Universidad Blas Pascal