En el vertiginoso paisaje laboral actual, donde la adaptabilidad y la resiliencia se han convertido en moneda corriente, constantemente buscamos identificar esas cualidades y experiencias que distinguen a los líderes efectivos.
A menudo miramos hacia la formación tradicional o la experiencia gerencial directa, pero ¿qué pasaría si la fuente de inspiración y habilidades se encontrara en un ámbito tan fundamental como la vida familiar? Permítanme compartir una perspectiva que considero no sólo relevante, sino esencial en el contexto pospandemia.
La irrupción global de la pandemia de Covid-19 no sólo reconfiguró los modelos de trabajo y educación hacia formatos híbridos, sino que también impuso desafíos sin precedentes en los hogares.
Particularmente, padres y madres se encontraron navegando largas etapas de incertidumbre, equilibrando el cuidado de los hijos con responsabilidades laborales, a menudo en el mismo espacio físico.
Lo que a primera vista parecía una tarea imposible se convirtió para muchos en un verdadero gimnasio de habilidades, forjando competencias de gestión y liderazgo sumamente valiosas para el entorno profesional.
Vivencias y habilidades
Desde mi experiencia en gestión de talento y desarrollo humano, es muy revelador cómo vivencias personales han fortalecido habilidades cruciales para el manejo de equipos y la toma de decisiones estratégicas en las organizaciones.
La gestión de equipos diversos se destaca como una competencia fundamental, desarrollada a partir de estas experiencias.
Aquellos con más de un hijo saben de modo instintivo que no existe una fórmula única para criar. Cada niño es un individuo con gustos, preferencias y motivaciones distintas. Además, sus roles y capacidades dentro de las tareas del hogar varían según la edad.
Esta realidad obliga a los padres a ser increíblemente flexibles en la administración del hogar, buscando que cada miembro se sienta cómodo y pueda potenciar sus fortalezas. ¿No les suena familiar?
La gestión del talento en una empresa es muy similar. Los equipos de trabajo son inherentemente diversos, y un líder efectivo debe reconocer las motivaciones e individualidades de cada colaborador para aplicar estrategias que permitan potenciar sus fortalezas, impulsar su desarrollo y forjar su compromiso laboral.
La experiencia parental de adaptar enfoques a diferentes personalidades y necesidades es, por lo tanto, una base sólida para el liderazgo inclusivo y efectivo en las organizaciones.
Otra habilidad crucial fortalecida en el hogar es la escucha activa y la capacidad de investigación para tomar decisiones efectivas.
La crianza es un proceso de exploración constante que invita a compartir y recoger experiencias de otros padres. Frases como “A mí me funcionó esto” o “A mí, aquello”, compartidas en conversaciones o redes sociales, se convierten en referencias vitales para navegar la incertidumbre y mejorar la toma de decisiones familiares.
Capacidad de escucha
Traslademos esto al ámbito laboral. Al enfrentar un proyecto nuevo o una situación sin un camino claro, la habilidad de un líder para escuchar a su equipo, apoyarse en su red de contactos e investigar situaciones similares es fundamental.
Esta capacidad no sólo enriquece la perspectiva, sino que acelera de manera significativa el proceso efectivo de toma de decisiones. Los padres, al haber perfeccionado esta escucha empática y esta búsqueda proactiva de soluciones en el contexto familiar, poseen una ventaja innata para liderar en escenarios complejos.
Por último, no podemos dejar de mencionar la actitud “todo terreno” o resiliencia. Ser padre o madre es un trabajo a tiempo completo, lleno de alegrías, sí, pero que exige una fuerza considerable para superar adversidades.
El cuidado, la educación y la formación de los hijos presentan escenarios que cambian de manera constante. Esta capacidad de adaptación y perseverancia ante lo inesperado es precisamente la resiliencia que demostraron necesitar los líderes laborales durante la crisis sanitaria.
Un líder con una actitud “todo terreno” es aquel capaz de reaccionar de modo eficaz y tomar decisiones que protejan el clima laboral incluso en los escenarios más desafiantes.
La escuela de la paternidad/maternidad, especialmente intensificada por los desafíos de la pandemia, ha graduado a los individuos con esta invaluable fortaleza mental.
Como vemos, las experiencias vividas en el ámbito familiar, en particular las fortalecidas durante la gestión del hogar en tiempos de pandemia, han dotado a padres y a madres de cualidades sumamente útiles para la vida profesional y el liderazgo.
Habilidades como la gestión de la diversidad, la escucha activa para la toma de decisiones y una resiliencia a prueba de fuego son directamente transferibles y altamente demandadas en el contexto corporativo actual.
Desde la gestión de recursos humanos, es nuestro rol reconocer y valorar estas competencias no tradicionales. Compartir estas experiencias y reconocer estas habilidades puede abrir nuevas vías para identificar líderes potenciales y enriquecer las dinámicas de equipo.
La sabiduría práctica adquirida en el hogar es un activo invaluable que, al ser reconocido e integrado en el entorno laboral, puede conducir a las organizaciones a encontrar soluciones cada vez más innovadoras y a potenciar su éxito.
En un mundo que sigue cambiando, miremos más allá de los manuales de gestión convencionales. Quizá las lecciones más efectivas sobre liderazgo y adaptabilidad se están enseñando cada día, puertas adentro, por quienes gestionan el equipo más importante de todos: la familia.
*Chief People Officer de Visma Latam