Corría el año 1925 cuando un grupo de abogados independientes asumió un desafío: crear un colegio profesional, con la finalidad de afrontar los desafíos de la práctica de una manera colectiva.
Pasaron cien años e innumerables cambios sociales, culturales y tecnológicos hasta llegar a nuestros días. En este tiempo, el Colegio acompañó a los matriculados en sus vivencias cotidianas y les brindó el apoyo necesario para que puedan cumplir su esencial tarea en defensa de los derechos de las personas.
Hoy la tarea de quienes tenemos a cargo la conducción del Colegio es la de seguir brindando un marco de contención y apoyo para los matriculados. El contexto no podría resultar más complejo.
A las crisis económicas estructurales en nuestro país y la pauperización de las retribuciones profesionales se suma el impacto de las tecnologías en la práctica, que amenaza con arrasar con fuentes de trabajo para nuestros colegas. Además de todo ello, la complejización del sistema jurídico, con fenómenos contrapuestos (reglamentarismo y construcción de derechos de principios). Y la multiplicación de demandas sociales, individuales y colectivas. Este es el marco en el que los abogados asumen su diaria tarea como parte esencial del sistema de Justicia.
Desde nuestro espacio, apuntamos a satisfacer estas demandas en todos los planos posibles, con variadas herramientas y estrategias; un renovado vínculo social e institucional, la promoción de reformas legislativas para mejorar el funcionamiento del sistema de justicia, la conformación de cuerpos de acción gremial, la celebración convenios para beneficios de los matriculados, una intensa formación académica de la más alta calidad de nuestro país, son sólo algunos de los ejes en que centramos nuestra actuación.
Pero los imperativos de la hora nos imponen, más que inventariar resultados, centrar nuestros esfuerzos en proporcionar, especialmente a los más jóvenes, las herramientas necesarias para los días por venir, ya que este presente también nos demanda, nos mueve y nos exige.
Es por ello que, a la par de una modernización procesal (imprescindible para atender a los derechos de las personas de manera eficiente y en un plazo razonable), promovemos una intensa transformación tecnológica, mediante el desarrollo de LegalIA, una herramienta de inteligencia artificial creada como resultado de un trabajo colaborativo entre la justicia, nuestra institución y la industria tech de Córdoba. Entendemos que se trata de un elemento de trabajo imprescindible para los tiempos por venir.
Democratizar el acceso a la tecnología es racionalizar recursos, generar equidad entre los matriculados y mejorar las condiciones de defensa de los derechos de la sociedad.
La búsqueda de la Justicia y de la paz social son los fines inclaudicables que mueven la actuación de la abogacía. Un objetivo noble, excelso, distante, casi una utopía, si se lo piensa desde lo individual. Una tarea ardua, pero posible, si se la aborda desde lo colectivo.
*Presidente del Colegio de Abogados de Córdoba
Caminamos hacia el futuro. Mucho mejor hacerlo juntos.