Los medios de comunicación argentinos representados en Adepa concretaron días atrás su asamblea anual en Puerto Madryn, en el corazón de la Patagonia atlántica. Esa tierra, tan indómita como el buen periodismo, siempre estuvo abierta a nutrirse de lo diverso y lo innovador de otras latitudes. Desde la inmigración galesa hasta la bóer, debieron superar tremendas vicisitudes y retos para establecerse y consolidarse. Pero la voluntad superó los escollos. Como les sucede a tantos editores en este tiempo de turbulencias económicas, políticas y tecnológicas.
La resiliencia, la innovación, el esfuerzo, la convicción, son el combustible fundamental de la industria periodística, que tiene una responsabilidad empresarial, pero, ante todo, tiene una responsabilidad cívica y democrática, expresada en la Constitución Nacional. Una responsabilidad como voz articulada del interés y el debate público; como contrapeso a los abusos de poder; como herramienta de transparencia y rendición de cuentas. Haciéndose cargo y dando la cara; no desde el anonimato, la propaganda o el mero hostigamiento que facilitan las redes, igualmente bienvenidas para ampliar los canales de participación ciudadana.
Asumir la responsabilidad de hacer periodismo profesional nunca es sencillo. Pero no hay democracia plena sin periodismo libre, sin diversidad de voces, sin medios y periodistas que puedan ejercer su tarea con independencia y sin entornos violentos, ni verbales ni físicos. Cada vez que se hostiga a un medio o a un periodista, cada vez que se lo discrimina en cualquier sentido desde el poder, no sólo se agravia al afectado, sino que se deterioran las bases para el ejercicio de toda la profesión, se desincentiva la tarea periodística.
La campaña institucional que hizo Adepa este año lo dijo con claridad: “Hacer periodismo profesional tiene consecuencias. No hacerlo tiene muchas más”. Las consecuencias del “no periodismo” son tan obvias como peligrosas: sin periodismo, habría menos auditoría sobre la cosa pública; sin periodismo, no se producirían hallazgos de alto valor institucional y social; sin periodismo, muchas situaciones de fragilidad y patología social quedarían en la oscuridad; sin periodismo, la corrupción, el narcotráfico, la vulnerabilidad adolescente o tantas otras problemáticas no llegarían a la agenda pública, no se abordarían de manera oportuna o se agravarían riesgosamente.
¿Innovación o expoliación?
En nuestra asamblea de Madryn también debatimos sobre nuestra sustentabilidad, la de los medios de diferentes escalas en todo el país. La concentración publicitaria en las grandes plataformas, el uso no remunerado de nuestra propiedad intelectual, la intermediación opaca de intermediarios tecnológicos configuran un escenario adverso que golpea sobre todo a medios locales y regionales. Y cuando un medio cierra, lo que desaparece no es sólo una empresa: se apaga un portavoz de la comunidad, un vocero de sus intereses y necesidades, una institución representativa de su sociedad civil.
Desde Adepa y desde nuestros medios, venimos trabajando en modelos alternativos de ingresos, en capacitación, en innovación de productos, en diversificación de audiencias. Pero no podemos hacerlo solos. Necesitamos que desde las instituciones políticas se reconozca nuestro rol en el acceso a la información de la ciudadanía y en el debate democrático.
La irrupción de la inteligencia artificial generativa nos enfrenta a una transformación histórica. Nunca antes habíamos visto un cambio tecnológico que utilizara de manera tan directa los contenidos creados por periodistas y medios sin autorización ni compensación alguna.
El riesgo es evidente: que motores globales de inteligencia artificial generativa se consoliden como intermediarios que retienen audiencias y recursos alimentándose de contenidos periodísticos, pero sin reconocer ni remunerar a quienes los producen. Si se alimentan de nuestros contenidos, deben respetar nuestros derechos. De lo contrario, la innovación puede convertirse en expoliación.
Más necesarios que nunca
Por eso, desde Adepa impulsamos debates internacionales, elaboramos guías de uso responsable de la IA en las redacciones, realizamos estudios sobre el impacto en los medios argentinos y participamos activamente en foros regulatorios. No lo hacemos para frenar la innovación, sino para que esta sea un factor que fortalezca la democracia y no una amenaza a la veracidad ni a la sustentabilidad. La IA debe ser un aliado del periodismo, no un mal sustituto que lo debilite y favorezca la desinfomación.
El futuro del periodismo no depende sólo de denunciar los problemas, sino también de multiplicar nuevas generaciones de editores y de acompañar a los medios en su proceso de adaptación. Esa es la vía: sostener estándares éticos, innovar, profesionalizarse y abrir espacios de cooperación.
Sabemos que los desafíos son enormes: la polarización, la desinformación, la violencia verbal y digital, las presiones económicas, la concentración en manos de plataformas globales. Pero también sabemos que tenemos fortalezas: nuestros periodistas, nuestra diversidad, nuestra tradición de servir a las comunidades a las que pertenecemos, nuestra capacidad de innovar y de adaptarnos. Y sabemos, finalmente, que el periodismo se vuelve más necesario cuanto más amenazados o relativizados están los hechos y los argumentos.
Mientras haya medios que trabajen por acercarse profesionalmente a la verdad, todos tendremos más libertad en nuestro rol de ciudadanos. Porque la verdadera libertad exige información. Y mientras haya alguien que quiera conocer y comprender los hechos, el periodismo seguirá siendo indispensable.
Presidente de Adepa (Asociación de Entidades Periodísticas Argentinas)