Sabidas son las asimetrías existentes en nuestra Argentina, especialmente en cuanto a los ingresos per capita de los individuos y de las familias. Al lado de una pobreza franciscana, hay riquezas inexplicables. Pero verlo reflejado en una misma página de La Voz del Interior ofende al lector.
En la edición del domingo 3 de marzo, la página 19 mostraba dos títulos: por un lado, un artículo decía “Taxis: aseguran que el 70% de los jubilados ya no usan el servicio”, y explicaba que ese dato, provisto por el Sindicato de Conductores de Taxis de Córdoba, se debía a la profundización de la crisis.
Debajo de esa noticia, en la misma página, otra daba cuenta de que al final no iba a concretarse el paro de transporte en Córdoba de este martes, dado que la Unión Tranviarios Automotor (UTA) había ya firmado el acuerdo paritario con la Federación de Empresas del Transporte Automotor de Pasajeros (Fetap).
Para movilizarse, las personas mayores ya retiradas deben trepar a ómnibus con escalones para gigantes, hacer equilibrio colgados de una agarradera que apenas alcanzan, apurarse a bajar antes de que el chofer arranque de improviso. Y para acceder a ese infame servicio, deben valerse de la ayuda del Estado con un boleto gratis. Esto es así porque la posibilidad de tomar un taxi ha quedado en el olvido para el 70% de los jubilados de Córdoba.
En paralelo, y a pie de página, vemos cómo uno de los varios sindicatos fuertes consiguió que un ingresante obtenga un salario mensual de casi $ 1 millón por el solo hecho de pertenecer a ese sindicato privilegiado. Ese poder radica en la capacidad del gremio de perjudicar a gran parte de la población con sólo decidir parar de trabajar.
El jubilado cobra el 20% de lo que recibe ese novel empleado, y el Estado, que tiene la exclusividad del sistema jubilatorio, pretende que pueda mantenerse en su vejez, cuando las fuerzas y la salud no lo acompañan, con esa paupérrima cifra. Mayor inequidad, imposible.
Quiera Dios que esta situación cambie y que los ingresos de los ciudadanos tengan una proporcionalidad tal que permitan vivir con dignidad, incluso en la vejez. Que los privilegios y la inequidad se terminen para siempre.
* Arquitecta
