Diversas situaciones ocurridas recientemente produjeron enfrentamientos en nuestra sociedad, con declaraciones hostiles que revelan sentimientos caracterizados por odio o rencor de unos hacia otros.
Son sentimientos negativos que no contribuyen para nada al bienestar de nuestro querido país. El odio es un sentimiento que provoca situaciones hostiles, que en ocasiones afectan y contribuyen a la intolerancia ideológica entre quienes habitamos esta nación.
El racismo y la xenofobia se manifiestan socialmente en acciones que llegan a producir daños, a veces irreparables, hacia personas, grupos o cosas a las que se puede llegar a odiar.
Estos enfrentamientos dividen y no ayudan para nada a la unidad y la paz social de quienes habitamos un mismo país. Es importante cambiar la intolerancia que rechaza ideologías o creencias diferentes, por la aceptación, más allá de las diferencias que pueden provocar muchos de los desencuentros que como sociedad podemos tener.
Aceptar me permite reconocer la realidad tal como es, aun en los casos en que no estoy de acuerdo o que, por algún motivo, no comparto.
El salmista David dice: “El que quiere amar la vida y gozar de días felices, que refrene su lengua de hablar el mal y sus labios de proferir engaños; que se aparte del mal y haga el bien; que busque la paz y la siga” (salmo 34 vers. 12 al 14).
La aceptación de aquello en lo que no estoy de acuerdo me permite obtener la paz, y poder así llevarla a la práctica en mi relación con los demás. No consiste en tolerar porque no hay otra alternativa: es actuar aceptando, de manera que esa paz sea una realidad que me permita obtener la convivencia con los demás.
Cambio de esta manera la tolerancia por la aceptación. Sé que no es fácil lograr esto, pero lo imposible puede ser posible con la ayuda de Dios, que es aquel que nos otorga esa paz que tanto necesitamos y que humanamente nos cuesta tanto conseguir.
El mejor antídoto contra el odio es poner en práctica la paz. Cuando estamos en paz, la aceptación de aquellas cosas en las que no estamos de acuerdo puede llegar a ser una realidad. Así desaparecen el odio y los resentimientos, y entonces la violencia ya no tiene razón de ser.
Que así sea. Dios te bendiga.