Son abundantes y de estudio exhaustivo de los profesionales de la medicina las causas y consecuencias del llamado “síndrome urémico hemolítico”, una enfermedad grave que puede ocasionar la muerte de quien la contrae en circunstancias diversas.
Se trata de una infección en el aparato digestivo causada por un grupo de bacterias presentes en la materia fecal de animales (vacas, entre otras especies) o de personas, a través de alimentos contaminados y mal cocidos (entre ellos, la carne molida) o por un simple contacto en un saludo de manos mal higienizadas.
En tanto no se tomen los recaudos necesarios, nadie estará a salvo de este nuevo embate bacteriano que pone en vilo a la población. Sin embargo, la aflicción se multiplica al conocer que la enfermedad viene dejando huellas irreversibles en niños y niñas menores de 7 años. También puede ocasionar severos trastornos clínicos en adultos mayores.
Las noticias infaustas nos impactaron días atrás, cuando el Ministerio de Salud de Córdoba hizo saber que murieron tres niños por síndrome urémico hemolítico, sin nexos entre ellos.
El renovado problema sanitario, como sus orígenes y sus efectos, está planteado. Abundar en detalles científicos y en términos complejos para el ciudadano común sería complejizar aún más la cuestión. Lo que prevalece, ahora, es escuchar las recomendaciones de los organismos oficiales de tal forma de evitar ser víctima de un contagio.
Y emerge un dato que no es menor, relacionado con la niñez en riesgo: como informamos días atrás, las autoridades sanitarias provinciales emitieron una alerta y solicitaron a los adultos que respetaran la lista de alimentos y la dieta sugeridos para niños y niñas, según las distintas etapas de sus desarrollos.
El problema radica en que el riesgo de daño de esta bacteria (denominada Escherichia coli) aumenta en lactantes, mientras que la vía de contaminación es fecal-oral y se transmite a través de la ingesta de comidas.
No quedan muchos recursos más que la prevención y la consulta al médico cuando los síntomas en el organismo nos indiquen que algo no anda bien.
Existen acciones de cuidado ineludibles, sobre todo en el ámbito hogareño. Y escuchar las recomendaciones. En ese marco, Ana Willington, directora de Epidemiología de Córdoba, desaconseja el consumo de carne molida en niños menores de 5 años, salvo que estemos seguros de cómo se cocinó ese alimento. Más allá de la seguridad aludida por la profesional, no se modificará la nutrición de un niño si no consume carne vacuna molida.
La otra faceta en materia de asistencia radica en no desatender a los sectores más postergados. Sobre todo en un país que exhibe índices de pobreza y de indigencia escalofriantes. El Estado en retirada es el peor antídoto contra las pestes que nos acechan.
