En las escuelas públicas de la ciudad de Córdoba, más de la mitad de las aulas o las salas no tienen ningún sistema de calefacción en funcionamiento y los edificios, en la gran mayoría de los casos, carecen del sistema eléctrico o de la instalación de gas requeridos para solucionar el problema con rapidez.
Estos datos surgen de un relevamiento que está procesando la delegación Capital de la Unión de Educadores de la Provincia de Córdoba (UEPC).
En Córdoba capital, si se suman los niveles inicial, primario, secundario, técnico y superior, hay más de 600 establecimientos educativos. La primera parte del sondeo que encaró el gremio docente sobre el estado de esas estructuras edilicias abarcó a 145 de ellos.
Los delegados que la UEPC tiene en los distintos colegios le permiten contar con una red informativa capaz de detectar en corto tiempo cualquier problema de infraestructura, como en este caso, o de otro tenor, según la necesidad.
La aspiración del gremio es concluir el relevamiento lo antes posible para presentarlo a las autoridades educativas provinciales, con el objetivo de solicitar un plan específico para revertir la situación.
Es que casi el 57% de las escuelas relevadas no tienen calefacción, pero tampoco se advierte que haya una forma inmediata de remediar la cuestión para calefaccionar las aulas o las salas. Ni con gas ni con electricidad.
De hecho, en el 80% de los casos el sistema eléctrico actual no soportaría la conexión de artefactos de calefacción, y una proporción similar no tiene habilitada la red de gas.
Pero eso no es todo. Al 50% de las escuelas relevadas les faltan vidrios en una o más aulas; un 52% presenta hasta 10 aberturas rotas, y un 20% tiene una mayor cantidad de puertas o de ventanas deterioradas.
Una infraestructura deteriorada simboliza una educación cuya calidad se ha deteriorado, al punto de perder valor en la escala de prioridades con las que se fijan las políticas públicas en el Estado.
Pero, curiosamente, todos los políticos afirman de manera constante, desde el llano o incluso cuando tienen un cargo, su compromiso con la educación pública. En consecuencia, dicen contar con programas específicos para elevar la calidad educativa del sistema en su conjunto. Sin embargo, los relevamientos demuestran que ese discurso no se condice con la realidad.
Estas carencias edilicias no son nuevas. Pero como Córdoba está gobernada desde 1999 por el mismo signo político, la actual gestión no puede esgrimir como coartada el argumento de la “herencia recibida” para culpar a la administración anterior.
Así como ahora, con los primeros fríos, pensamos en la calefacción, con los primeros calores volveremos a pensar en la refrigeración. Alguien podrá objetar que son cuestiones secundarias que no ameritan una inversión tan grande como la que debería realizarse para solucionar ambos problemas.
El punto clave es con qué criterio se provee de infraestructura y de equipamiento a los establecimientos educativos del Estado. Allí tal vez se encuentre un indicio de la brecha educativa entre la escuela pública y la privada.
