Los incendios de viviendas registrados durante septiembre en Córdoba actualizan el compromiso con la prevención temprana de modo de evitar desgracias irreparables.
Personas fallecidas o heridas quedan como resultado de estos siniestros que, por lo general, se activan por la presencia de artefactos inseguros, tanto de funcionamiento eléctrico como de gas natural de red o con conexión a una garrafa. También, por descuidos personales inadmisibles.
Habrá que admitir que estos incidentes se observan con frecuencia en viviendas precarias, que llegan a ser devastadas por el fuego originado en una conexión eléctrica precaria o clandestina. El viejo hábito de “colgar los ganchos” continúa sin que nadie haya encontrado todavía la manera de erradicarlo.
En materia de peligros de fuego, algo similar sucede con las explosiones de garrafas. Más allá de que el mecanismo del envase puede presentar alguna avería, casi siempre se trata de un descuido al operar el tubo para cocinar o para calefaccionar ambientes.
Nunca falta, por cierto, la imprudencia humana, como el episodio bajo peritaje judicial que el mes pasado le costó la vida a un hombre que se habría dormido con el cigarrillo encendido. Aún no está confirmado el origen del incendio, pero la conmoción ganó a los vecinos del barrio Coronel Olmedo, en la zona sur de la ciudad Capital, pues la víctima vivía en soledad y era no vidente.
Lo concreto y doloroso es que durante septiembre seis personas murieron a causa de incendios de viviendas en la provincia de Córdoba.
Las crónicas dan cuenta, también, de que una mujer de 84 años perdió la vida y de que otras dos –de 57 y de 63 años, respectivamente– resultaron con heridas como consecuencia de la explosión de una garrafa en su vivienda en Río Cuarto.
Y octubre arrancó con malas noticias: en la noche del pasado domingo, con pocas horas de diferencia y en barriadas distintas de la ciudad de Córdoba, dos casas fueron arrasadas por las llamas. No hubo víctimas fatales, aunque una mujer embarazada y uno de sus hijos fueron atendidos por precaución en un hospital público de la zona.
Demasiados hechos trágicos (y registrados en sólo un mes) que deben llamar a la reflexión de la sociedad acerca de las precauciones en los hogares, y a las autoridades políticas, en la gestión de control para detectar contextos irregulares, como las conexiones eléctricas.
Es de ponderar la labor de los bomberos, aunque a veces las llamas se propagan en cuestión de minutos y el desafío resulta infructuoso: las pérdidas materiales son totales y las víctimas deben empezar todo de nuevo.
La mano solidaria es encomiable en esos momentos de angustia, pero los cuidados y la sensatez de cada uno serán decisivos para anteponerse a los desastres.
Sin omitir que estos episodios no sólo se registran en viviendas precarias, sino también en edificios de altura, ya sea por accidente, por negligencia o por fallas en el mantenimiento.
Como en tantas cuestiones cotidianas, el compromiso es global, con el Estado presente.