A nadie escapa que la pobreza es un fenómeno ya estructural que condena a millones de personas en Argentina.
Las estadísticas varían mes a mes según diferentes indicadores, pero aun cuando parecen mejorar en ese gran tablero macroeconómico, poco cambia en la realidad de las familias que no tienen empleo ni ingresos ni viviendas dignas, y que viven en condiciones miserables.
Un ejemplo cabal de esta situación es lo que sucede en Villa Miralta, asentamiento ubicado en las márgenes del acceso desde avenida de Circunvalación de la Capital provincial hacia la autopista Córdoba-Rosario.
Este espacio precario experimentó un aumento poblacional alarmante en los últimos meses.
Según los vecinos, en febrero de 2024 había registradas 45 familias, pero en la actualidad la cifra supera las 70, con al menos 25 de ellas que viven en la zona más expuesta, casi pegadas a la transitada ruta. Con todo el peligro que ello implica para estas personas, primero, y para quienes conducen por el lugar.
Vecinos denuncian que, pese a reiterados censos y visitas de funcionarios en épocas electorales, las promesas de relocalización nunca se concretan.
Hay más de 100 niños que habitan en ese sector, muchos en situación de extrema vulnerabilidad: madres con seis hijos y hasta familias con 12.
La precariedad de las viviendas agrava la situación: construcciones de madera, chapas oxidadas y plásticos que no resisten las lluvias.
Pese a regulares o eventuales promesas de normalización de este tipo de asentamientos, estos siguen creciendo en número y en población a medida que aumenta la marginalidad en la ciudad.
Uno de los últimos estudios al respecto, elaborado por el Observatorio Urbano Córdoba (UNC), mostraba que en 10 años la superficie de los barrios más vulnerables de la ciudad de Córdoba aumentó 155%.
El crecimiento en superficie de estos asentamientos fue de 935.579 metros cuadrados (pasó de 602.943 en 2008 a 1.538.522 en 2018). Y este porcentaje tuvo en cuenta sólo el crecimiento en proyección horizontal, no en altura. Por lo que sería aún mayor.
En 2022, la fundación Techo relevó la existencia de 280 barrios populares en la provincia de Córdoba, de los cuales 160 estaban ubicados en la Capital.
Mientras tanto, las villas de emergencia siguen creciendo y, de esta manera, también las precariedades y los riesgos. La falta de cloacas, la proximidad a la ruta y la ausencia de políticas efectivas mantienen a Villa Miralta y a cientos de estos barrios en un limbo de vulnerabilidad y olvido.
Es necesario que las autoridades prevean la expansión de estos asentamientos y elaboren medidas eficientes para evitar que crezcan, al menos en inmediaciones de lugares que implican un gran riesgo tanto para quienes circulan por allí como para las comunidades residentes.
Resulta imprescindible que las políticas sociales y habitacionales pongan el foco en la gente que más lo necesita, más allá de las inauguraciones de obras, del cemento y de las fotos de cada acción oficial de funcionarios. Y que se haga no sólo ante la proximidad de una fecha electoral.