El 3 de junio de 2015 quedó inscripto en la historia como el día en que cientos de miles de mujeres salieron en Argentina a levantar sus voces contra la violencia machista, traducida en escalofriantes casos de femicidio. Fue un grito de hartazgo que se escuchó en todo el país y que se tradujo en la configuración del encomiable movimiento Ni Una Menos.
En aquella jornada de multitudes congregadas en distintas regiones del territorio nacional (en la ciudad de Córdoba marcharon unas 50 mil personas), el pulso ciudadano continuaba exacerbado por el femicidio de Chiara Páez, la adolescente de 14 años asesinada el 10 de mayo de 2015 en la ciudad santafesina de Rufino.
Córdoba también continuaba en estado de shock por el femicidio de Paola Acosta, perpetrado el 21 de septiembre de 2014 en el marco de una trama de final aterrador.
En resumen, aquel fue un grito conmovedor que, al mismo tiempo, inició un camino de lucha que logró visibilizar la cultura del machismo brutal. Un clamor de justicia que comprometió a los poderes del Estado a profundizar reformas en materia legislativa y penal, aunque, vale la mención, todavía queda mucho por hacer.
Es cierto que la efervescencia social contribuyó a despertar conciencias en una comunidad aturdida, aunque al día de hoy es prudente insistir: las estadísticas muestran que los asesinatos de mujeres no cesaron.
Como informamos ayer, durante la última década se cometieron en la provincia de Córdoba al menos 182 femicidios. Una cifra para el espanto, que surge de un relevamiento propio de La Voz, con base en el seguimiento de causas judiciales y en las coberturas y reportes periodísticos.
Hay vivencias dignas de ser destacadas en relación con la concientización de generaciones acerca de una problemática de alcance nacional y regional. En ese contexto, el paso de los años deja huellas imborrables en adolescentes que en 2015 participaron junto a sus madres y amigas de las multitudinarias movilizaciones. Hoy transitan los umbrales de la adultez y forman parte de una generación que fue creciendo con conciencia de la violencia de género que sufren las mujeres.
En un informe que publicamos días atrás, algunas de aquellas chicas, hoy con 10 años más, dejaron testimonios y recuerdos sobre una experiencia memorable que las encontró unidas en esa muestra humanitaria que se realizó por las calles de Córdoba. Una movida abierta a todas las edades y géneros, que sorprendió a la ciudadanía por su inmensidad.
“Éramos muchas y, aunque no nos conocíamos, estábamos juntas luchando por una causa que nos moviliza a todas”, recuerda una de las jóvenes. Vale como dato tangible sobre la sensibilidad generacional.
A modo de epílogo: la necesaria conciencia quizá no alcance por sí sola. El Estado no debe estar ausente ante el horror de los femicidios.