Un reciente informe del Instituto de Estadística y Tendencias Sociales y Económicas (Ietse), dependiente del Centro de Almaceneros de Córdoba, revela una realidad alarmante: 91% de los hogares argentinos mantiene algún tipo de deuda.
Este estudio, basado en 4.200 encuestas realizadas en las 24 jurisdicciones del país, expone una situación financiera crítica en los hogares argentinos.
El endeudamiento no es homogéneo. Mientras que 23% de los hogares tiene una sola deuda, 65% enfrenta entre dos y tres, y un preocupante 12% mantiene más de tres deudas simultáneas.
La mayoría de estas (73%) se contrajeron a comienzos de 2024, en coincidencia con la fuerte devaluación del peso y con la alta inflación, que erosionaron el poder adquisitivo de los salarios.
Las tarjetas de crédito representan el 30,5% del endeudamiento total, con un dato adicional que pone en evidencia la situación desesperada de miles de familias: en 58% de los casos, los plásticos son utilizados para la compra de alimentos.
Esta cifra refleja cómo el crédito, que tradicionalmente se destinaba a bienes duraderos o a consumo discrecional, se utiliza cada vez más para cubrir necesidades básicas.
La situación se agrava al considerar que 48% de las deudas está en mora simple (más de 60 días de retraso en el pago) y 28% ingresó en instancias judiciales para su cobro.
Por otra parte, más de la mitad de los hogares destina entre 40% y 60% de sus ingresos al pago de deudas, lo que limita su capacidad de consumo y afecta su calidad de vida.
Además de las tarjetas de crédito, las familias argentinas también están endeudadas con servicios privados (10,5%); con fiado en comercios (8,8%); con impuestos, tasas municipales y expensas (8,5%); con familiares y amigos (8,4%); con alquileres (8%); con bancos (7,2%), y con servicios públicos (5,7%), según el relevamiento del Ietse.
En consonancia con estos datos, a fines de 2024, se registró un incremento en el endeudamiento de las familias: la carga mensual de los servicios de deuda de los hogares trepó al 13% de la masa salarial registrada, según datos oficiales del Banco Central de la República Argentina.
Si bien el nivel era relativamente moderado e inferior al último pico (2018), cercano al 20%, la tendencia venía en alza.
Estos datos evidencian que muchas veces se puede producir una desconexión entre las cifras macroeconómicas y la realidad que viven las familias argentinas.
Mientras algunos indicadores macro muestran signos de recuperación, la microeconomía doméstica sigue enfrentando desafíos significativos.
Es imperativo que las políticas públicas consideren esta realidad y se complementen con medidas que alivien la carga financiera de los hogares.
La reactivación económica debe ir acompañada de estrategias que fortalezcan el poder adquisitivo de las familias, que promuevan el empleo de calidad y que faciliten el acceso a servicios financieros justos.
La deuda cotidiana no sólo refleja una crisis económica, sino también una crisis social que requiere atención urgente y soluciones integrales.
La gente no puede vivir de anuncios y de indicadores.
