Los exponenciales avances en materia informática y sus constantes innovaciones han superado con creces aquellos formatos que hasta no hace muchas décadas se encuadraban en el género de ciencia ficción. Hoy todo ha cambiado y el mundo asiste sacudido ante el progreso indetenible de la tecnología. La realidad supera lo imaginable.
Sin embargo, es evidente asimismo que el perfeccionamiento de características impensadas trajo como ingredientes nuevos modos de delito. Ahí están agazapados los delincuentes cibernéticos para cometer crímenes desde el anonimato. Hackers que se meten como en el patio de su casa en la red informática activada en la computadora de una empresa pública o privada, como también en un soporte individual, con intenciones de cometer robos, atentados informáticos o generar caos.
Ni que hablar de aquellos que usan sus conocimientos en la materia para perpetrar delitos sexuales, como el llamado grooming, que tiene a la infancia como víctima.
Todo un contexto que tiende a agravarse, según proyecciones que hacen funcionarios judiciales de la Unidad Fiscal Especializada en la Investigación de Ciberdelitos con jurisdicción en la localidad de San Isidro, provincia de Buenos Aires.
Un dato elocuente: la Argentina reportó 2.100 ataques de esta naturaleza durante 2023.
Para el titular de la entidad, el fiscal Alejandro Musso, uno de cada cinco delitos son fraudes o hackeos en Internet. Y traza un futuro de escepticismo, al advertir que dentro de 10 años este tipo de episodios constituirá el 80 por ciento del total de los crímenes cibernéticos. Es decir, un progreso indubitable en el ámbito de la comisión de delitos.
Frente a estas señales de alerta, vale poner en un primer plano el desafío que atañe a usuarios particulares, a empresas y al propio Estado respecto de tomar precauciones para no caer en los difusos niveles de los crímenes informáticos.
No todo se agota en las encomiables pesquisas de la citada entidad de San Isidro. Es decir, el fiscal Musso basó sus pronósticos en una estadística difundida tiempo atrás por el Bureau Federal de Investigaciones de los Estados Unidos (FBI).
Para ratificar un panorama recurrente y cada vez más riesgoso, los funcionarios judiciales señalan que los delitos más comunes ocurren cuando un hacker suplanta la identidad de un usuario de internet. Llegado a ese límite de impunidad y de indefensión, se puede esperar lo peor, como una estafa millonaria.
La prevención debe ser también parte esencial de los avances tecnológicos. Para ello, será vital el asesoramiento especializado, como también atender las recomendaciones, de modo de no abusar del uso de plataformas de dudosa credibilidad que nos inundan de ofertas tentadoras a cambio de datos sensibles.
Es cierto que existen herramientas técnicas que posibilitan resolver un robo (entre otros delitos) a través de un rastreo telefónico, sea de la víctima o del victimario. Pero en líneas generales, lo más saliente estriba en conocer de manera responsable cómo proteger nuestros datos.
