Los siniestros viales continúan arrojando estadísticas para el espanto, lo cual, sin embargo, no parece despertar la conciencia de los usuarios de automotores. Tampoco resulta suficiente para ello tomar nota de que entre las principales causas de muerte en la República Argentina figuran esos episodios que, además, suelen dejar heridos con secuelas físicas de por vida.
Las causas no varían sustancialmente en los antecedentes sobre esta problemática que se difunden de manera periódica. Exceso de velocidad, desconocimiento de las reglas de tránsito y manejo temerario luego de una ingesta de alcohol.
Días atrás, la cámara en lo Criminal y Correccional Número 9 de la ciudad de Córdoba condenó a nueve años de prisión al joven autor de la tragedia en Avenida de Circunvalación, ocurrida en mayo de 2021 y que provocó la muerte de dos personas. Ya antes de sustanciarse el debate, se había probado que el conductor manejaba en estado de ebriedad.
Es apenas la mención de un caso de irresponsabilidad fatal, entre tantos que se han reportado durante los últimos años en la provincia de Córdoba. “El alcohol al volante mata”, advertía una campaña publicitaria que intentaba revertir esas inconductas de alto riesgo.
Pero entrando en la multiplicidad de causas, asoman referencias preocupantes que deben llamar a la reflexión ciudadana, como también, y de manera especial, a los organismos de control de orden provincial, como la Policía Caminera, y municipal, con los inspectores de tránsito en zonas urbanas.
El pasado miércoles, publicamos un informe cuyas conclusiones numéricas lejos están de revertir la situación en materia de inseguridad vial en Córdoba: con 40 muertos, mayo último anotó el peor registro desde los tiempos previos a la irrupción en el país de la pandemia por el coronavirus.
Habrá que remontarse a enero de 2020 para encontrar una cifra similar de fallecidos en el breve lapso de un mes a causa de la siniestralidad vial. Son números que surgen de una base de datos propia de La Voz y de sumarios policiales.
Automovilistas, motociclistas y ciclistas figuran en la nómina luctuosa de mayo, como resultados fatales de choques, vuelcos y despistes en rutas de la provincia, y en calles y en avenidas de la Capital y del interior.
La cifra de 40 decesos en un mes es por demás suficiente para que la población y el Estado tomen dimensión de la gravedad que ha alcanzado este flagelo que, vale señalar, se replica en todo el territorio nacional. Hay que hacer algo para que la gente deje de matarse en función de manejos imprudentes y de controles efímeros.
Hay otro factor que no se puede omitir: las campañas que se ponen en marcha durante los meses de afluencia de turistas a la provincia, en especial en las épocas estivales, no tienen la continuidad necesaria, pese al crecimiento que se verifica en el parque automotor.
Erradicar los siniestros fatales es una tarea que compromete a la ciudadanía y al propio Estado.
