El Gobierno celebró que la inflación de 2022 no llegara al 100 por ciento. Para la vocera presidencial, Sergio Massa acertó con sus medidas porque “el primer objetivo que se planteó fue que la inflación no fuera de tres dígitos como arrojaban las proyecciones de consultoras y medios periodísticos”.
Por supuesto, no hay nada para celebrar. La inflación anual marcó 94,8 por ciento. ¿Es de verdad significativa para el país esa mínima diferencia de 5 puntos? Dicho de otro modo, el índice de precios al consumidor que se registró en los dos últimos meses de 2022, ¿representa un cambio claro en la tendencia?
En el tercer trimestre del año, la renuncia de Martín Guzmán, el interregno de Silvina Batakis y la tibia llegada de Massa desequilibraron por completo la situación económica y una de las consecuencias fue una inflación del 22 por ciento para el periodo. En ese contexto, los analistas entendieron que el último trimestre del año repetiría la cifra. Pero Massa logró frenar la inercia y entre octubre y diciembre la inflación fue del 17,2 por ciento. Ahí están los cinco puntos que faltaron para llegar al 100 por ciento anual.
Pero eso no significa que Economía consiguió revertir la tendencia inflacionaria. El descenso fue relativo y a costa de un peligroso parate de la actividad económica y una cuestionable política de precios vinculada a la provisión de dólares para importación.
Que la inflación mensual no se ubique hoy por encima del 6 por ciento, sino que ahora gire alrededor del 5 por ciento, no es un dato que permita asegurar que se ganó “la guerra”. Ni siquiera alcanza para decir que las herramientas utilizadas dieron un buen resultado.
Porque parte de ese descenso se motiva en la sequía, que le hará perder suculentos ingresos al país y al Estado durante 2023, y al “dólar soja”, cuya clave consistió en que el Estado compraba caros los dólares que después vendería baratos, emisión mediante. Hay allí en juego una importante transferencia de recursos hacia los sectores más concentrados de la economía, en detrimento de los que menos tienen. Máximo Kirchner se animó a decir que se había puesto al país de rodillas frente a los mismos de siempre.
La respuesta de Massa fue amplificar esa transferencia a través de los “Precios Justos”: el Gobierno se comprometió a entregar dólares a precio oficial a las empresas que se involucraran con el programa. Eso sí, no les dijo a los productores de alimentos que utilizaría al gremio de Camioneros como una fuerza paraestatal encargada de controlar e informar las cantidades que transportan de cada producto que figura en la lista acordada con Economía. Por supuesto, esto último es absolutamente ilegal y en línea con las costumbres de los regímenes autocráticos.
Así las cosas, hoy la inflación de 2023 se proyecta sobre el 80 por ciento anual, en medio de la incertidumbre política que rodea hoy a las próximas elecciones. Este cuadro empeorará si el Gobierno sigue negando la realidad.
