Aun cuando no esté escrito en ninguna parte, parece una norma tallada en piedra que para muchos argentinos los fondos públicos son de quien los manotea primero. La denuncia penal que la organización no gubernamental (ONG) Civilitas acaba de presentar sobre los gastos de cortesía de la Unicameral cordobesa vienen a corroborarlo, con cifras, nombres y apellidos.
Mirada desde cualquier ángulo, ya sea ético o político, la denuncia no tiene desperdicio: la presentación, que apunta a una eventual responsabilidad de la vicegobernadora Myrian Prunotto y de varios otros legisladores, detalla gastos por nada menos que $ 253 millones de pesos, datos tomados de los portales oficiales de transparencia, por cierto, aunque el hecho de que estén registrados no vuelve menos excesivo el dispendio, lo cual salta a la vista.
Hay ítems de los gastos que son verdaderamente llamativos: transferencias sin control a diversas instituciones, sin mención alguna a los criterios de selección; $ 83 millones destinados a la compra de banderas; $ 875 mil en compra de cajas navideñas; $ 740 mil en juguetes; y hasta $ 850 mil en un almuerzo.
En cierto sentido, por muy paradójico que suene, hasta podría asegurarse que no hay nada más privado que los fondos públicos.
Si alguien se sorprendiera por estos detalles, valdría la pena que reparara en el contexto, en el hecho de que nuestra humilde Unicameral cordobesa es apenas una gota en el océano del abuso de los fondos públicos, ya que hay legislaturas más grandes en el país. Y también más costosas para los ciudadanos que las sostienen con sus impuestos.
En este punto, vale recordar que la creación de esta Legislatura unicameral fue impulsada por el entonces gobernador José Manuel de la Sota, con el argumento de que la reducción de representantes achicaría los gastos del recinto.
Además, en ciertos círculos del poder existe la ley del silencio. Todos callan. Los que saben y los que eligen no saber. Se necesitan dos para bailar un tango, y en este toma y daca muchos son los beneficiarios, aunque suene injusto decirlo de modo tan grosero y tan generalizador, metiendo a todos en la misma bolsa. Faltan voces que se alcen desde el mismo escenario de los hechos, esa es la cuestión.
Por el momento, los integrantes de la oposición guardan un prudente silencio, quizás debido a que la mayoría está disfrutando merecidas vacaciones. Se supone que, para cuando febrero los devuelva a la realidad, esta denuncia estará refrescándose en el fondo de un oscuro cajón, y algún que otro desesperanzado ciudadano habrá de recordar lo que Dante Alighieri grabó en las puertas de su infierno en la Divina Comedia: “Abandonad toda esperanza”.
Lo correcto, sin lugar a dudas, sería afrontar la cuestión, dar la cara y no repetir acciones incompatibles con la austeridad y la honestidad que debe exhibir un representante del pueblo.
