La mejora de las rutas nacionales no figura en la agenda de urgencias del Gobierno nacional, pese al número de víctimas que se multiplica a diario por todo el país y la desaceleración económica que provoca el actual estado crítico de los trazados.
Mientras el tema tiene una lenta evolución en la Red Federal de Concesiones (RFC), que administra las rutas más importantes por las cuales circula el 80% del tránsito del país, el registro de accidentes aumenta y se incrementan las dificultades para circular.
Están en marcha las audiencias públicas para llevar a cabo las etapas dos y tres del plan trazado por Vialidad Nacional, pero esas discusiones tienen escasa repercusión e impacto en las decisiones finales. Las audiencias no son vinculantes.
Recién en agosto tendrán lugar los procesos de licitación, que incluirán las principales vías, con especial impacto en las regiones mesopotámica y central de la Argentina.
La gestión de Javier Milei parece concentrarse exclusivamente en el ordenamiento macroeconómico, que arrojó en mayo último un buen dato: a nivel de precios mayoristas no hubo inflación, sino deflación de 0,3%.
También ese mes se mantuvo el superávit fiscal, una constante desde la asunción del actual Gobierno.
Este contexto positivo contrasta con la necesidad de tener mejores rutas nacionales, más amplias para la circulación de un parque automotor en aumento y con trazados que ofrezcan mayor seguridad vial.
Estos elementos no aparecen como prioritarios en el esquema elaborado por la RFC, ya que los futuros concesionarios de las rutas no estarán obligados a nuevas obras.
Por el mantenimiento de esos trazados -bajo el esquema de “bache cero”- podrán fijar el valor del peaje. No recibirán subsidios del Estado nacional, a cambio de estar exentos del pago de un canon.
El esquema financiero luce atractivo para el Ministerio de Economía, por el cual se desprende del pago de millonarios subsidios, al tiempo que el control se limitará sólo al buen estado de circulación.
Resulta llamativo que el Gobierno nacional, que pretende lograr un fuerte crecimiento este año y en períodos sucesivos, se desentienda de la principal vía de comunicación para la circulación de personas y de bienes.
En Córdoba, en tanto, recientemente se inauguraron dos autovías –la de Punilla y la de Calamuchita–, que mejoraron ostensiblemente el tránsito vehicular, con un impacto favorable en el turismo y en las economías regionales. Este resultado demuestra que el Estado no debe desentenderse de la realización de proyectos que mejoren la circulación y la conectividad de las distintas regiones de Argentina.
Las rutas nacionales necesitan de una intervención urgente para mejorar el estado deficitario en que se encuentran y ampliarlas en los casos necesarios.
La anarquía en la construcción de nuevos trazados –que quedarán en manos de la iniciativa privada– puede generar un efecto colateral negativo para el crecimiento que pretende la actual gestión, o bien una mayor concentración en los sitios más densamente poblados del país.
