El informe técnico del Fondo Monetario Internacional (FMI) sobre el sector externo a nivel global a fines de 2024 vuelve a poner sobre la mesa las dificultades que enfrenta la Argentina para incrementar las reservas en dólares, contar con tasas de interés atractivas para el crédito y mantener bajo control la inflación.
El Banco Central decidió eliminar las letras fiscales de liquidez (Lefi) para alentar las colocaciones en letras de capitalización (Lecap), administradas por el Tesoro nacional.
La estrategia era correcta, en el sentido de trasladar al Gobierno el costo de reducir la masa monetaria y evitar cualquier movimiento que disparara la cotización del dólar.
El presidente Javier Milei pretende llegar a la elección legislativa del 26 de octubre con una moneda norteamericana estable y con un índice de aumento de precios menor al 2% mensual.
Esos objetivos podrían ser anulados por los movimientos que se produjeron en torno a la tasa de interés que pagan los bancos por hacerse de efectivo, tras haber apostado en jornadas anteriores por una suba del dólar.
Finalmente, la apetencia de inversores y de turistas llevó a la divisa estadounidense a cotizar en torno a los $ 1.300.
Para frenar la escalada, el Gobierno aceptó pagar tasas que oscilaron entre 60% y 80% como rendimiento efectivo anual.
Ese nivel contrasta con las proyecciones de inflación a nivel oficial, del 25% anual, y las de economistas y analistas privados, que estiman una suba de entre 25% y 30% para este año.
Sin dudas que lo que está sucediendo en los últimos días en los mercados financiero y cambiario genera inquietud, más allá del proclamado respaldo político del FMI y de los organismos multilaterales, que aprobaron nuevos créditos por U$S 1.500 millones.
El nivel de tasas puede retraer el crédito privado, que había actuado como uno de los motores del consumo.
La compra por parte de los particulares cayó en junio 0,8% en comparación con igual mes de 2024, cuando se había registrado un fuerte descenso del consumo familiar.
En el primer semestre, las compras mejoraron 0,4%, aunque las grandes superficies registraron una baja en sus ventas.
La escasez de dinero en manos de las familias obliga a una restricción en la compra de alimentos básicos, los cuales, en determinadas situaciones, se realizan mediante tarjetas de crédito.
Las altas tasas que se cobran para financiar el pago de ese instrumento hará aún más restrictiva la coyuntura en los próximos meses.
Sin dudas que el Gobierno enfrenta un cuadro complicado para resolver el equilibrio macroeconómico y, a la vez, empujar las decisiones micro, que alientan el consumo y la actividad económica.
Ante este panorama, es incomprensible en el actual contexto la parálisis de la obra pública, que podría ejecutarse con controles y auditorías eficientes.
Para superar esta instancia, el gobierno de Javier Milei debe exponer con claridad medidas eficaces en el recorte de gastos en el sector público y un mayor aliento a sectores económicos clave para el crecimiento.