En paralelo a las celebraciones y a las reuniones familiares, el fin de año encuentra a los cordobeses enfocados en dos cuestiones sanitarias que requieren de la prevención individual y colectiva: la detección de casos autóctonos de dengue y la renovada aceleración de contagios de Covid-19.
La llegada del verano, de las lluvias y de los altos porcentajes de humedad es un factor propicio para la transmisión de enfermedades virales como el dengue y otras asociadas a la picadura del escurridizo mosquito de la especie Aedes.
Las precauciones ante este tipo de patologías son conocidas y ampliamente difundidas. Higiene en el hogar y, sobre todo, en los lugares donde el insecto encuentra terreno fértil para reproducirse. Ello es: vaciar los recipientes con restos de agua, dentro de la vivienda y en sus alrededores.
Queda claro, también, que el cuidado personal debe estar guiado de un persistente monitoreo de parte de las autoridades de cada área de la provincia de Córdoba y de los municipios. Si es preciso, frente a la gravedad de los casos detectados, tomar como herramienta la fumigación en las zonas críticas.
En ese contexto, el Ministerio de Salud de la Provincia debe tener aceitada la atención médica a los pacientes picados por el mosquito y que por ello desarrollan los síntomas de rigor, como fiebre y dolores de cabeza y de articulaciones. La emergencia es crucial a fin de evitar males mayores, lo cual se logrará en la medida en que la comunidad sea informada sobre la ubicación de los centros de asistencia para someterse a un eventual tratamiento de carácter urgente.
Como suele ocurrir con otras contingencias sanitarias y de distinto orden que nos acechan, las barriadas más humildes deben contar con una consideración específica para aventar posibles transmisiones a gran escala del temido dengue.
Las señales de alerta adquieren una dimensión especial, dado que los dos casos de transmisión del dengue reportados oficialmente hasta el pasado miércoles son de origen autóctono. Es decir, personas sin antecedentes recientes de viajes al exterior o a otras regiones de la Argentina.
La proliferación de patologías de gravedad para el organismo nos coloca de cara a desafíos personales complejos, impensados décadas atrás. Allí se inscriben el Covid-19, el dengue y otras afecciones históricas que se habían dado por erradicadas.
Es función de la ciencia médica y de los gobiernos actuar en consecuencia, de modo de no desentenderse del derecho a la atención de la salud que tiene la población a escala mundial.
Con todo, vale reiterarlo: es irrenunciable dar curso a las recomendaciones que se hacen en materia de higiene en los hogares. Un recipiente con agua abandonado en un patio ya es suficiente para que el insecto infectado inicie su ciclo reproductivo.
Corren tiempos complicados, no sólo en materia sanitaria, los que sólo se superarán con prudencia personal y con el aporte comprometido del Estado. La llegada del Año Nuevo debe cifrar la esperanza.
