En un nuevo paso en el fuerte proceso de desregulación que lleva adelante el Gobierno nacional, se anunció esta semana que se habilita la circulación de camiones bitrenes en todas las rutas del país.
Una medida que viene a anular las limitaciones impuestas en 2018, cuando esta modalidad de transporte de cargas había sido aprobada con condiciones diversas.
Como se recordará, en un país que aún no ha terminado de procesar el enorme error cometido en los años 1990, cuando casi se eliminó el sistema ferroviario que había costado 100 años desarrollar, el alto costo del trasporte de cargas por carretera hace que los fletes encarezcan el valor de la mercadería transportada en camiones, que deben respetar topes para el volumen y peso de la carga en función de las limitaciones que impone la red vial argentina, puentes incluidos.
Los bitrenes se plantearon como una solución, dado que permiten que las cargas se dupliquen con semirremolques articulados de 25 a 30 metros de largo. Especificaciones estas que originaron en su momento enconados debates, dado el peso extra que no todas las carpetas asfálticas nacionales pueden soportar, sin olvidar que muchos puentes fueron diseñados y construidos hace varias décadas.
Ello explicaba la anterior limitación de 2018, que ahora se deja sin efecto.
Por cierto, lo antedicho impone la pregunta acerca de lo que ha sucedido con la red vial argentina, que está lejos de hallarse en las mejores condiciones de circulación. Obras interrumpidas, licitaciones caídas, cambios de planes son problemas evidentes. Todo esto con el agravante de que en los últimos años algunas rutas se deterioraron tanto que merecieron resoluciones judiciales que ordenan su refacción.
Se trata de una cuestión relevante, dado que el uso masivo de bitrenes en casi todo el país requeriría de un mantenimiento sostenido que nadie está realizando por el momento.
A ello debe agregarse el peligro subyacente para el tráfico regular, que deberá sortear el obstáculo peligroso de un trasporte de 25 o 30 metros, a ser sobrepasado en rutas con banquinas deterioradas o inexistentes y en las que la mayor densidad de tráfico deriva del aumento en la flota de vehículos.
Si los bitrenes contribuyen a bajar nuestros altos costos de transporte, habremos dado un gran paso, pero toda desregulación debería formar parte de un programa estructural que considere las condiciones generales, el cual tendría que incluir un plan de recuperación de nuestras rutas, junto con sistemas de control que impidan abusos y ratifiquen nuestra alta siniestralidad vial.
Por lo pronto, el hecho de que se prohíba la circulación de bitrenes en 55 curvas cerradas de Salta, de Jujuy, de Tucumán y de Chubut y el paso por puentes de menos de 75 toneladas parecen poco en términos de precaución. La resolución 1.196/25 no dice mucho más que eso, por lo que habrá que esperar que una buena idea sea esta vez acompañada de una cuota de sana planificación.