El tiempo, ese enemigo que mata huyendo. A Jorge Luis Borges le seducía aquella definición de Francisco de Quevedo. A los ideólogos del experimento libertario les puede haber resonado la idea en la vorágine de disgustos de los últimos días.
Pasaron dos años del momento inaugural del “fenómeno Milei”. Agosto de 2023, cuando Milei ganó las Paso por encima de la extinta coalición Juntos por el Cambio y del peronismo unido tras la candidatura de Sergio Massa. Faltan dos meses para la elección crucial para el Gobierno, a la mitad de su mandato. Y restan sólo dos semanas para los comicios en la demografía mastodóntica de la provincia de Buenos Aires.
Pero el Gobierno no tuvo tiempo para evocaciones esta semana. La fuga que lo dejó inerme fue la del caso de Diego Spagnuolo, exfuncionario del área de Discapacidad, despedido por aparecer en audios en los que alude a Karina Milei y Eduardo “Lule” Menem como supuestos beneficiarios de sobornos de la droguería Suizo Argentina y otras empresas farmacéuticas, con presunto conocimiento de causa del propio presidente de la Nación.
Nadie sabe de dónde provienen esas grabaciones ni por qué se conocieron en medio del debate parlamentario del veto a la emergencia en discapacidad. Pero el despido del funcionario le asignó la cuota necesaria de verosimilitud a los audios, y una rápida intervención del juez federal Sebastián Casanello motivó allanamientos, incautación de celulares y la detención de Spagnuolo, quien -si admitiera la comisión de algún delito- puede declarar como colaborador imputado.
Nunca un escándalo de presunta corrupción con métodos clásicos de la casta política llegó a comprometer al Gobierno tan cerca del vértice del poder. La única ayuda que recibió en estas horas el oficialismo fue una declaración irónica de Cristina Kirchner, quien se sumó a colaborar en redes con su autoridad reconocida en tramas de corrupción.
Tan fuerte fue el impacto del caso que dejó en segundo plano otra detención vinculada al sector farmacéutico: la de Ariel García Furfaro, sindicado por el oficialismo como el empresario kirchnerista responsable de la grave y letal crisis sanitaria por el uso de fentanilo contaminado. Tampoco la Casa Rosada pudo sacar rédito de esa captura, que le reclamaba al juez Ernesto Kreplak. La investigación judicial reveló la cadena de omisiones o complicidades en la Anmat, organismo oficial que reporta al ministro de salud Mario Lugones.
Mientras estas investigaciones judiciales se aceleraban, el Congreso Nacional, ya sin ningún prurito por el impacto fiscal negativo de sus decisiones, le volvió a asestar al oficialismo una derrota parlamentaria. La Casa Rosada sólo pudo salvar el veto al aumento a jubilados, aunque con un alto costo político. En medio de la campaña electoral, la oposición mostró los dientes de los dos tercios en el Parlamento.
Se trata de un número que siempre evoca el fantasma del juicio político, como se encargó de advertir el futuro diputado peronista Juan Grabois. La conformación actual de ese número clave quedó compuesta por las bancas que conduce Cristina Kirchner y las del peronismo territorial que se reivindica como distante de la expresidenta pero se ha encolumnado con su táctica parlamentaria, sin los remilgos del año pasado.
Que todo el peronismo en campaña ande constelando unido contra la economía de Javier Milei no debería sorprender al oficialismo nacional. El Gobierno juega con las blancas. Culpar a las negras de querer ganar es menos una ingenuidad que una insensatez.
Números críticos
La ofensiva tiene un efecto inmediato sobre un programa económico que mantiene la inflación en baja, pero con turbulencias. El tránsito del ancla cambiaria al ancla monetaria tras la flexibilización del cepo está mostrando dificultades severas. El nuevo termómetro es la volatilidad de las tasas de interés.
Para que el dólar se mantenga estable y la merma de la inflación continúe, el equipo económico intenta deprimir la demanda con intervenciones intensas: subas de encajes, licitaciones sorpresivas, liquidez administrada al fleje. El efecto colateral es un encarecimiento del crédito. Impacta sobre el nivel de actividad y enfría el consumo.
Todas estas complicaciones están generando efectos en la base electoral. Antes de que estallara el caso Spagnuolo, un informe reservado de la consultora Poliarquía reveló que el nivel de aprobación social de Javier Milei tuvo su mayor caída intermensual. Por primera vez el diferencial de imagen arrojó un saldo negativo.
Un dato relevante es que la imagen de Milei queda por debajo de los 40 puntos de consideración positiva en el conurbano bonaerense. La agenda económica sigue siendo dominante, con menor peso de la inflación como preocupación inmediata y un crecimiento del desempleo y los bajos salarios. El consumo todavía es percibido como activo, pero en desaceleración. En paralelo, el mileísmo se mantiene como favorito, aunque en descenso.
Es en medio de esa dinámica donde el Gobierno encontró las complicaciones de los últimos días. A la prescripción del régimen de gobernabilidad precario, que se confirma en cada sesión del Congreso, se sumó ahora una incógnita de primer orden con el caso Spagnuolo: ¿ha caducado el triángulo de hierro como instrumento de ordenamiento interno?
El Presidente encumbró a su hermana a un nivel de jefatura política. En algún punto eso riñe con el liderazgo propio del presidencialismo argentino. Es eso lo que estará en debate a medida que el escándalo de los audios filtrados avance con su paso impredecible, al ritmo de la campaña electoral.