Hace un tiempo, escribía una nota titulada “Derrumbe Cripto: los algoritmos no rinden cuentas”, en la que describía que aquellas bondades por las cuales se promocionaban las inversiones en criptomonedas eran en realidad su mayor debilidad. Al menos, para aquellos inversionistas genuinos que creían haber encontrado en este ecosistema la posibilidad de mantener sus ahorros a salvo de las regulaciones de los estados y de los organismos de control financiero.
Lo que no se entendió quizás es que esa tan promocionada libertad de lo único que liberaba a los ahorristas legítimos era del amparo y la protección de un sistema normativo y de control que los resguardara de aventuras que terminaban en verdaderas estafas.
Cuando el extremo liberalismo en lo económico reniega o subestima la necesidad de existencia de estados nacionales para regular sus economías y el funcionamiento de los distintos mercados, estos no se transforman en mercados libres sino que terminan siendo presa de quienes desde el anonimato tienen el poder de hacerlos funcionar a su favor, imponiendo sus reglas en beneficio propio.
Futuros posibles
Julián Colombo describe de manera generosa en “Cinco predicciones para la industria cripto en América latina en 2023″, que 2022 será recordado como “uno de los años más desafiantes en la historia de esta industria naciente”.
Y digo generosa porque no creo que los millones de usuarios que vieron desaparecer sus ahorros de la noche a la mañana sin que nadie les rinda cuentas lo consideren un año desafiante. Más bien le llamarían una catástrofe.
Desplomes, corralitos, juicios, bancarrotas, congelamiento de fondos, despidos masivos, insolvencia, pérdidas millonarias, conspiraciones y grandes estafas, una abrupta caída en los volúmenes de negociación y una enorme desconfianza en el mercado, es el saldo que dejó 2022 en el mundo de las criptomonedas.
En el marco de su alentadora descripción del futuro de las criptomonedas, Colombo, reflexiona, sin embargo, sobre los temas relacionados con la seguridad, la regulación y los incentivos para el desarrollo de más y mejores estándares que protejan a los usuarios. “Este episodio gris sólo se traducirá en un fortalecimiento para la industria cripto y se pondrá sobre la mesa la importancia de la regulación para poder proteger a los usuarios y a su patrimonio”.
Del mismo modo, Mark Cuban, dueño de los Mavericks de la NBA y fan de las divisas digitales, afirmó que seguirán produciéndose graves episodios por maniobras sospechosas debido a la falta de control que caracteriza al mercado.
En realidad es imposible definir qué pasará con este tipo de activos. Si saldrán fortalecidos, como expresa Colombo, o si terminarán por desaparecer. Lo único seguro es que la tan promocionada ausencia de regulación y esa libertad que otorgaba el hecho de no estar sujetas a las reglas, restricciones o bajo el control de organismos gubernamentales, bancarios o financieros de ningún tipo, no era tan beneficiosa como decían.
Pareciera que ahora hay un consenso generalizado con respecto a la necesidad de regulación como única vía de subsistencia del mercado.
Porque, guste o no, la verdad es que los mercados nunca son desregulados. O los regula un marco normativo institucional o los regulan desde la clandestinidad actores invisibles que los manipulan a su favor y que no le rinden cuentas a nadie.
Cuando se niega la existencia de un Estado que normativice y regule la vida en comunidad, que defina y castigue el delito en aras de la protección de la sociedad y del bien común, surgen utopías que, en nombre de la libertad, terminan siempre aplicando la ley del más fuerte, que es el derecho de las bestias.
* Licenciada en Administración
