Córdoba es un arcoíris de compañías: agroindustriales, industriales, tecnológicas, grandes y pequeñas. Esa diversidad la convierte en un polo productivo único en la Argentina, con capacidad de generar empleo, innovación y exportaciones.
La provincia tiene un diferencial que la distingue: la variedad de su industria, el compromiso de su empresariado y el arraigo de su fuerza laboral.
Esa combinación explica por qué Córdoba está a la vanguardia del interior productivo y se mantiene entre las regiones que más aportan al producto interno bruto (PIB) nacional.
Aun así, ese potencial enfrenta desafíos estructurales que deben resolverse para sostener el crecimiento.
Las micro, pequeñas y medianas empresas son las más expuestas a la volatilidad económica y, muchas veces, carecen de las herramientas necesarias para sostener inversiones, ampliar su capacidad productiva o acceder a financiamiento en condiciones sostenibles.
Esa limitación restringe su capacidad de innovar y competir en cadenas de valor nacionales e internacionales.
Hoy existen alternativas que pueden marcar la diferencia, pero que todavía requieren mayor alcance y difusión: avales de sociedades de garantía recíproca (SGR), instrumentos del mercado de capitales como cheques y pagarés, obligaciones negociables pyme.
El desafío no es solo ampliar la oferta de productos financieros, sino lograr que más empresas accedan a ellos y los utilicen de manera estratégica. En ese camino, la educación financiera cumple un rol central.
Sin embargo, el crecimiento sostenido no depende únicamente del acceso a estas herramientas. También exige un entorno de competitividad estable, infraestructura adecuada y reglas claras que impulsen la inversión privada.
Córdoba, al igual que otras provincias productivas, necesita seguir avanzando en la mejora de su conectividad vial, ferroviaria y energética, así como en la simplificación impositiva que facilite la operatoria de las empresas.
Como provincia mediterránea, enfrenta además una desventaja estructural: su distancia de los puertos encarece costos logísticos y limita la llegada eficiente a los mercados internacionales.
Superar esa barrera requiere una visión federal del desarrollo: integrar a las provincias en la planificación económica nacional no es solo una cuestión de equidad, sino de eficiencia y competitividad.
Tanto las provincias, sus gobiernos, como los empresarios provinciales, deben tener un lugar activo en las mesas de diálogo. Son ellos quienes conocen de primera mano las limitaciones estructurales y oportunidades de cada cadena productiva.
Incorporar esas voces no es un gesto simbólico: es la única manera de diseñar políticas económicas que reflejen la diversidad productiva del país.
Si las condiciones de infraestructura y competitividad se alinean, Córdoba tiene todo para seguir creciendo. Su diversidad productiva, su capital humano y la fuerza de su empresariado la convierten en un actor indispensable para el desarrollo argentino.
La provincia ya demostró lo que puede lograr; ahora el desafío es acompañarla con las políticas y las herramientas que le permitan sostener ese lugar y seguir marcando el rumbo del país.
Vicepresidente de Mills SGR y director Comercial de Mills Capital Group