El diputado nacional por Córdoba Rodrigo de Loredo generó revuelo cuando publicó un video realizado íntegramente con inteligencia artificial, donde la imagen y la voz del gobernador de la provincia fueron replicadas digitalmente. Aunque en este caso fue una acción deliberada y comunicada por el propio político, ilustra a la perfección lo sencillo que resulta hoy fabricar un deepfake convincente.
La pregunta ya no es si la tecnología puede suplantar nuestra identidad digital, sino cómo podemos protegernos frente a su uso malintencionado.
En los últimos meses, hemos sido testigos de cómo figuras públicas de la talla de Brad Pitt, Scarlett Johansson y Tom Cruise padecieron el uso de su imagen para diversas estafas. Y estas maniobras en ocasiones hasta prescinden de figuras conocidas y crean otras identidades falsas.
Con todo, el auge de los bots para difundir desinformación y crear deepfakes nos hace cada vez más vulnerables y nos obliga a reflexionar sobre la necesidad de contar con herramientas que nos permitan navegar las aguas de las interacciones digitales.
Es en este contexto que las pruebas de humanidad asoman como una herramienta fundamental: se trata de un proceso destinado a verificar que una acción digital o cuenta pertenece a un humano real, único y vivo, en lugar de ser un bot, IA o sistema automatizado. Las tecnologías de prueba de humanidad, como World ID, ya proporcionan una capa de confianza útil para las interacciones digitales, pero no se detienen allí.
También se pueden combinar con otras tecnologías existentes, como Face Auth, para desarrollar herramientas más versátiles, seguras y con mayor impacto en aplicaciones.
De cara a 2025, la adopción generalizada de herramientas como World ID podría marcar el inicio de una nueva era digital.
La prueba de humanidad puede convertirse en un estándar global que garantice la autenticidad humana en un mundo donde la inteligencia artificial continuará ganando espacio como una parte integral de nuestras vidas. La intención es crear espacios digitales más seguros y confiables.
En este escenario, veremos un crecimiento de ecosistemas sólo para humanos. La era de comunidades peer-to-peer (de igual a igual) está resurgiendo, impulsada por pruebas de humanidad biocriptográficas que demuestran que una persona es real y única en entornos en línea.
La tecnología está devolviendo el control a las personas, permitiéndoles interactuar en espacios virtuales donde la confianza no se da por sentada, sino que se valida de forma constante.
Esto nos ofrece la oportunidad de confirmar que estamos en contacto con otras personas en espacios diseñados exclusivamente para la interacción humana; como las apps de citas o compra de boletos para conciertos, por ejemplo.
Este resurgimiento también tiene un impacto profundo en la accesibilidad y la inclusión. A medida que la tecnología avanza rápidamente, es importante que la innovación llegue a todos y permita que cada individuo participe de manera segura y confiable en un entorno digital.
La misión es crear un espacio donde las personas puedan conectarse, comunicarse y disfrutar de experiencias digitales conociendo de antemano si del otro lado hay tecnologías automatizadas o humanos reales.
*Gerente regional de Tools for Humanity