La citación por parte de la Justicia a Wanda Nara y L-Gante por supuesta promoción de juego clandestino puso sobre la mesa un fenómeno que se viene repitiendo desde hace tiempo y no tiene ningún tipo de regulación: muchos personajes públicos promocionan productos y servicios de manera irresponsable en sus redes sociales.
En el caso de las casas de apuestas ilegales, el daño que pueden causar tanto al patrimonio como a la salud mental de sus seguidores es significativo.
La conductora y el cantante seguramente hicieron la promoción con el objetivo de ganar dinero, pero no midieron las consecuencias que puede traer que una figura seguida por millones de personas recomiende entrar a un sitio ilegal.
No se puede promocionar cualquier cosa y la publicidad debe hacerse de manera responsable.
Componente lúdico degradado
Una plataforma de juego clandestino no es un “entretenimiento”, es una organización ilegal que no solo opera al margen de la ley y evade impuestos sino que además no tiene ningún tipo de cuidado con los usuarios. Incluso, el ingreso de menores de edad en este tipo de portales es algo habitual.
La consecuencia es el crecimiento alarmante de la ludopatía infantil, problemas de salud mental en adolescentes y hasta intentos de suicidio.
De hecho, la ilegalidad es una de las grandes artífices de la degradación del componente lúdico. El juego clandestino fomenta la conducta irresponsable, la adicción y no cumple las políticas de protección de datos personales de los usuarios.
Las casas de juego legales, fácilmente reconocibles porque su dominio termina en bet.ar, deben cumplir rigurosos controles que impone la legislación de las provincias en las que operan.
Estas plataformas prohíben de modo expreso el ingreso de menores de edad y cuentan con sistemas de verificación para asegurarse de que el apostador es un adulto.
Por otra parte, las casas registradas proporcionan a los usuarios una serie de herramientas para evitar conductas irresponsables.
El apostador puede autoexcluirse y fijar límites de tiempo y dinero si considera que está cayendo en un consumo problemático.
Apostar en un sitio legal es la garantía de que lo estamos haciendo en un entorno seguro que permite que el componente lúdico se mantenga.
Es por estos motivos que, con el objetivo de cuidar tanto a los apostadores adultos como a los menores de edad, es necesario un trabajo integral entre los estados provinciales, la Justicia, los padres y los empresarios.
El rol de la Justicia
El Estado tiene que investigar y combatir las casas de apuestas ilegales para que no lucren con la salud mental de los usuarios.
La Justicia debe actuar contra estas casas clandestinas y aplicarles el peso de la ley.
Por otra parte, el control parental es indispensable para que los menores no ingresen en estas plataformas y se mantengan alejados de las apuestas.
A esto hay que sumarle que debe existir una regulación sobre la publicidad en redes sociales. No es lo mismo promocionar un restaurante o un desodorante que una casa de apuestas.
Los influencers no tienen ningún tipo de control sobre los productos que recomiendan. A esto se le agrega que muchos de ellos ni siquiera se interesan por conocer lo que están promocionando.
El caso Wanda Nara y L-Gante es un claro ejemplo de ello. Podemos tomar esta situación como una oportunidad para exigir que los influencers estén sujetos a los mismos controles que la publicidad tradicional.
Como dije al principio, las apuestas ilegales no son un juego y no deberían ser promocionadas en las redes sociales.
*Director de Asuntos Públicos y Legales del Grupo Boldt