A casi un año de la aprobación de la denominada Ley Bases y Puntos de Partida para la Libertad de los Argentinos, el Gobierno nacional está a pocas semanas de perder las facultades que le fueran delegadas para realizar reformas orgánicas y administrativas en el Estado sin tener que pasar por el Congreso.
Federico Sturzenegger, ministro de Desregulación y Transformación del Estado, anunció que prepara una batería de medidas focalizadas principalmente en transporte, salud y economía.
A diferencia de otros países, como el Reino Unido, aquí la defensa quedó prácticamente sin reforma alguna en este año y medio de presidencia de Javier Milei.
En este sentido, la gestión del ministro del área, Luis Petri, no se ha caracterizado por implantar una visión liberal a la cartera. Y ante esta falencia, según trascendidos, habría recomendado la fusión del Instituto Geográfico Nacional (IGN) con el Servicio Meteorológico Nacional (SMN). Un disparate sin parangón en el mundo.
Otra alternativa que se habría barajado es quitarle al SMN su carácter de agencia descentralizada para pasarla a la administración central. Otro disparate que muestra la desesperación de aportar algo, aun siendo un sinsentido, tal vez para ocultar todo lo que en realidad se puede hacer en defensa y que –vaya uno a saber por qué– ni el ministro ni nadie el resto del Gobierno promueve.
Reforma estructural
Como reforma estructural paradigmática, sería recomendable la disminución de la burocracia militar de la cartera. Para ello, es fundamental incorporar un software de gestión como el que tiene la Armada de Chile desde hace décadas y que es de uso en Australia y muchos otros países. Ello permite una administración eficiente de inventarios y personal, como así también la gestión de aquellas cuestiones propiamente militares de la defensa.
Esto requiere una estandarización de doctrina, procedimientos y sistemas en las tres fuerzas armadas. El reemplazo de personal administrativo por tecnología permitiría el traslado de todos los estados mayores generales al edificio Libertador. Esto sería un emblema físico de la reestructuración que se quiere llevar a cabo. Ya en tiempos de Ricardo López Murphy como ministro de Defensa se hicieron estudios que indicaban que esto era apto, factible y aceptable.
Otro gran paso que podría darse es la absorción de las direcciones de investigación y desarrollo de las tres fuerzas armadas en lo que es actualmente el Instituto de Investigaciones Científicas y Técnicas para la Defensa (Citedef), el cual podría tomar la estructura de su par británico QintQ. ¿Se acuerda el lector de aquella propuesta libertaria de privatizar un organismo científico y tecnológico del Estado? QintQ es un ejemplo internacional que no supieron indicar.
Esto implica, además, entender y aplicar un programa de reformas logísticas muy profundo en la defensa argentina, inspirado en la reforma británica de los años 2000, que tuvo una gran influencia en aquellos países que optimizaron sus aparatos de defensa.
Una reforma compleja que implica –entre otras cuestiones– una clara separación de roles logísticos y del proceso de obtención de medios para la defensa distribuidos entre el ministerio del área, el Estado Mayor Conjunto y las fuerzas donde básicamente el primero obtiene, el segundo sostiene y los terceros sólo alistan.
Esto significaría insertar la defensa argentina al capitalismo, aplicando la motosierra, por ejemplo, a cuatro organismos logísticos de la aeronáutica militar. Es decir, el cierre del Área Material Río Cuarto, el Área Material Quilmes, el Batallón de Mantenimiento Aéreo del Ejército y el Taller Aeronaval Central de la Armada, y potenciando la Fábrica Argentina de Aviones (Fadea) como proveedor de sostenimiento de las aeronaves y sus componentes de toda la defensa argentina, lo cual permitiría hacerla más atractiva para una privatización parcial o total, conforme al espíritu que supuestamente inspira el gobierno del presidente Javier Milei.
Reitero: esta reforma es complejísima de hacer, pero sumamente necesaria. Por supuesto, esto tiene también un capítulo terrestre y naval.
Una cuestión que ayudaría a que esto fuera posible es la estandarización de la flota de aeronaves que debe tener la defensa, con un número de unidades razonable a efectos de que las operaciones sean sustentables y la logística sea razonable de llevar a cabo.
Eliminar la aviación del Ejército y la aviación naval es fundamental, trasladando unidades, aeronaves y personal a la órbita de la Fuerza Aérea. No puede haber tres fuerzas aéreas. Debe haber sólo una y desarrollar una visión de apoyo y servicio interfuerzas mucho más fuerte de lo que hoy existe, con operaciones que deben tender hacia un accionar mucho más conjunto.
Obviamente, el ministro Sturzenegger tiene que resolver esa contradicción inexplicable que es la operación de Líneas Aéreas del Estado (Lade) en el marco de la actual política aeronáutica, que tiene a él como uno de sus impulsores.
La defensa de Lade es un sinsentido que impide el óptimo servicio del transporte aéreo militar para el personal de las tres fuerzas armadas y su logística de material.
Hay mucho más por hacer y poco tiempo para delinearlo bajo las actuales condiciones de reforma. Se ha perdido mucho tiempo innecesariamente. Muchos factores pueden haber llevado a esto. Desde la ignorancia hasta el predominio de ciertos intereses corporativos militares. Esperemos que el equipo de desregulación y transformación del Estado tome nota de estos aportes y pueda aplicarlos.
* Ingeniero; magíster en Defensa Nacional