MONTE ATHOS, Grecia (AP) — El monasterio medieval se aferra de manera casi imposible sobre acantilados escarpados que se elevan sobre el brillante color turquesa del mar Egeo. Elevado sobre la escabrosa roca de granito, sus muros albergan a una comunidad cristiana ortodoxa diversa.
El Monasterio de Simonos Petra, también conocido como Simonopetra —Roca de Simón—, trasciende las distintas ramas de la fe cristiana basadas en países y recibe a monjes de todo el mundo, incluidos conversos de naciones donde el cristianismo ortodoxo no es la religión predominante.
El monasterio es uno de los 20 de la comunidad monástica autónoma exclusivamente masculina del monte Athos, conocida en griego como Agion Oros o Montaña Sagrada. La península, en el norte de Grecia, no es ajena a quienes no son griegos: de los 20 monasterios, uno es ruso, otro búlgaro y otro más, serbio, y la presencia de monjes de otras naciones no es inusual. Pero Simonos Petra cuenta con la mayor diversidad de nacionalidades.
“Espiritualmente, no hay fronteras porque la Montaña Sagrada tiene una naturaleza ecuménica” que busca acoger a todos, dijo el archimandrita Eliseos, abad de Simonos Petra. Esto se remonta al Imperio bizantino, explicó. “Decimos que el Bizancio era una comunidad ... en la que (diferentes) pueblos vivían juntos en la misma fe”.
El monasterio recibe a cualquier persona que desee visitarlo — siempre que sean hombres. En una tradición de más de 1.000 años, las mujeres tienen prohibida la entrada a toda la península, considerado territorio de la Virgen María. Si bien los hombres de otras confesiones pueden pasar unos días en el monte Athos como visitantes, solo los hombres ortodoxos pueden hacerse monjes.
La mayoría de los 65 monjes de Simonos Petra provienen de países europeos donde el cristianismo ortodoxo es la religión predominante, como Rumania, Serbia, Rusia, Moldavia, Chipre y Grecia. Pero hay otros de China, Alemania, Hungría, Estados Unidos, Australia, Francia, Líbano y Siria.
Fundado en el siglo XIII por san Simón el Miroblita, el monasterio de Simonos Petra, de siete pisos, se considera una maravilla audaz de la arquitectura bizantina. Famoso por su coro eclesiástico, se ha convertido en un símbolo de resiliencia a lo largo de su larga historia y se ha recuperado de tres incendios destructivos —el más reciente a finales del siglo XIX— para acoger el cristianismo ortodoxo global.
Fue entre estos muros hace casi 20 años que el padre Isaías —quien, como otros monjes, solo tiene un nombre— encontró la respuesta a una búsqueda espiritual que recorrió medio mundo. Nacido en Vietnam de padres chinos, este monje, ahora de 50 años, creció en Suiza, a donde su familia se mudó cuando era niño.
“En ese entorno suizo, intentaba comprender qué hacía, a dónde iba, cuál era el sentido de la vida”, explicó una mañana reciente, parado en el balcón de un quinto piso junto a un cabrestante utilizado para subir las provisiones en cestas de mimbre desde los almacenes del monasterio.
“Mientras buscaba, encontré algunas respuestas a través de la virtud, y esta virtud estaba conectada con la imagen de la ortodoxia”, dijo con un ligero acento extranjero en su griego fluido.
Al profundizar en esta nueva fe, encontró relaciones basadas en el amor y la búsqueda de Dios, agregó. Su búsqueda lo llevó a un monasterio ortodoxo en Francia afiliado a Simonos Petra. Eso, a su vez, lo condujo al monte Athos en 2006.
“Fue, en esencia, una profunda búsqueda de una vida espiritual, que es la respuesta al sentido de la vida”, explicó.
Dentro del monasterio, encontró una hermandad de monjes de 14 países. Y decidió quedarse.
“Nos reunimos bajo unos principios que son aquellos del amor hacia el prójimo y el amor a Dios”, manifestó Isaías. En las conexiones humanas y espirituales que experimentó en Simonos Petras, “encontré una respuesta profunda a todo lo que había buscado en mi juventud”.
La vida en el monasterio —y en todo el monte Athos—, ha cambiado poco en los más de 1.000 años de presencia religiosa allí. Los días comienzan mucho antes del amanecer y están marcados por servicios de oración, seguidos de las tareas cotidianas, que pueden incluir la agricultura, la carpintería, la producción de vino, la cocina, el arte y el trabajo clerical y eclesiástico. Ubicado entre laderas boscosas, casi cada centímetro de la tierra de Simonos Petra está cultivada, y los monjes se dedican a las hierbas, frutas y verduras que se utilizan en la cocina del monasterio. La electricidad proviene de fuentes sostenibles como paneles solares.
El padre Serafeim, un libanés-sirio que vive el monasterio desde 2010, dijo que Eliseos y su predecesor como abad, el anciano Emilianos, siempre recibieron a extranjeros.
“No te sientes ajeno. Desde el principio sientes que eres un miembro más de la hermandad”, refirió Serafeim, quien se unió a la comunidad monástica siete años después de llegar a Grecia para estudiar teología en la ciudad norteña de Tesalónica.
“Este espíritu, este espíritu abierto del anciano, atrajo a muchas almas que buscaban un sentido genuino y enfático de la vida”, añadió.
Uno de los monjes no griegos de mayor edad del monasterio es el padre Makarios. La búsqueda espiritual de este francés comenzó en mayo de 1968, cuando, de joven, experimentó en carne propia el levantamiento social provocado por las manifestaciones estudiantiles en París.
Su búsqueda lo llevó al monte Athos por primera vez en 1975.
“Encontré este monasterio y una acogida”, dijo. “Encontré gente que me comprendió y me aceptó. No me juzgaron. Fue muy fácil para mí decidir que, al final, después de terminar mis estudios, vendría al monte Athos y vería si lograba hacerme monje”.
Tras convertirse del catolicismo al cristianismo ortodoxo en el monte Afgthos, Makarios es ahora el bibliotecario del monasterio. Ha vivido 46 años en Simonos Petra.
Eliseos, el abad, enfatiza que su monasterio está abierto a todos los visitantes. “Decimos que estamos abiertos a la gente con amor”, dice. “Si alguien viene y quiere visitar el monte Athos, lo visita. … ¿Quiere ir más allá? Le decimos: ‘Hablemos de ello, con tu voluntad’. ¿Qué desea él? ¿Quiere participar en esta vida? ¿Quiere entrar en nuestro espíritu, abrazar nuestros valores y nuestra fe? Aceptaremos eso. No discriminaremos”. ___ La cobertura religiosa de The Associated Press recibe apoyo a través de la colaboración de la AP con The Conversation US, con financiamiento de Lilly Endowment Inc. La AP es la única responsable de este contenido.