Sin embargo, al momento de brindar su testimonio, los involucrados piden reserva de identidad, más por los hijos que por sí mismos. En general, se podría decir que la decisión es más del hombre que de la mujer, y que los divorcios o separaciones tardías responden a tres grandes causales: el “nido vacío”, la convivencia y la vuelta a la soltería.
El "nido vacío". "Mi caso fue muy doloroso, todavía me cuesta superarlo. Estuvimos casados durante casi 40 años. El nuestro era un matrimonio común, con sus idas y vueltas. Tuvimos tres hijos, hoy todos profesionales. Dos se casaron y el tercero anunció su decisión de irse a vivir solo. Al día siguiente, cuando volví del mercado, me encontré con dos valijas en el living de casa. Mi marido me esperaba para decirme que se iba, porque 'ya no le veía sentido' a seguir viviendo juntos. Yo no lo podía creer. Cuando pidió un divorcio rápido supe que tenía otra mujer, con la cual se casó. Como balance, lamento haberme relegado tanto en pos de mi marido y mi matrimonio, porque no sirvió para nada". Martita F., 68, ama de casa (ver Infografía).
La convivencia. "La decisión de terminar con mi matrimonio obedeció a la suma de desencuentros ocurridos a lo largo de más de 25 años. Mi ex es una gran mujer, que cuidó y educó a nuestros dos hijos mientras yo trabajaba de 13 a 15 horas por día. Pero nunca tuvimos actividades que nos mantuvieran unidos como pareja, desde caminar o cocinar juntos hasta compartir lecturas o escapadas. Los fines de semana, los tenía que pasar con su familia, que son muy buena gente pero no para tanto. Las Fiestas se convirtieron en un suplicio, porque se las ingeniaba para que estuviéramos con los suyos. O para que la pasáramos mal con los míos. Un buen día, me encontré con que los pequeños sinsabores se habían convertido en una mole que ya no podía remontar. Hoy lo siento mucho, pero no me arrepiento de mi decisión". Fernando B., 48 años, contratista
Volver a la soltería. "Yo jamás hubiera pedido la separación de domicilios, aunque el mal genio lo tiene mi marido, no yo. Pero no tuve más remedio que aceptar que se alquilara un departamento. Él aduce que los hijos ya no necesitan vernos juntos, y que igual podemos disfrutar de los nietos y compartir las fiestas familiares. En el fondo, yo creo que él no veía la hora de volver a ser o sentirse soltero. Las mujeres no tenemos esa necesidad". Adriana M., 65, exoficinista.
