En este 2025, no pocas pequeñas, medianas y hasta grandes empresas empezaron a revisar sus números y su propuesta de negocios, porque se quebró una lógica casi de hierro en el mercado argentino.
Desde hace medio siglo, con la sola excepción de los 10 años de la convertibilidad, la economía argentina se caracterizó por intervención del Estado en los precios y el flujo de las importaciones, grandes masas de dinero en la calle e inflación sostenida en el tiempo. Al aumentar los precios y aprovechar los momentos de tipo de cambio competitivo, las empresas lograron niveles de rentabilidad superiores a otros países, lo que les permitió sortear las crisis cada vez más recurrentes y la alta presión impositiva. El problema es que esto se cortó en seco.
El Gobierno disminuyó la inflación con freno en la emisión de dinero y estabilidad del tipo de cambio, lo que provocó una recesión de la cual algunos rubros y empresas salieron, pero otras no. Ahora, que está bajando la inflación, las pymes necesitan invertir para volver a crecer, pero se encuentran con muy poca o casi nula rentabilidad y en esto se juega su futuro.
Según datos de Ucema Pyme, el informe de la Universidad del Cema, a finales de 2024 en Argentina habían 527.535 empresas, de las cuales 517.491 eran pymes y 441.602 tenían hasta 10 empleados. Este último va a ser el más afectado por el cambio que se está produciendo.
Cambiar la cabeza
En este contexto, los especialistas consultados recomiendan distintas estrategias, con un eje en común: cambiar la manera de pensar el negocio.
Walter Brizuela, fundador de WB Consultoría Empresarial y especialista en empresas familiares, advierte que la mayoría de las empresas no vio venir este escenario y recomienda bajar costos y entender que acumular stock “ya no sirve para nada, en una etapa de estabilidad hay que liquidar stocks; en un mundo estable se gana menos plata, se trabaja más por menos. El problema es que nosotros vamos a los niveles de rentabilidad de los países desarrollados pero sin los consumidores que tienen esas economías”.
Por eso, el consultor trabaja con sus clientes en la búsqueda de nuevos mercados, bajo la estrategia de mirar a la empresa como solucionador de problemas. Bajo esta lógica, firmas que hasta ahora eran fabricantes empezarán también a importar y vender.
“Lo mismo pasó en los tiempos del uno a uno (un peso, un dólar, el esquema de la convertibilidad); lo que sucede es que hay empresas que tienen hijos que no vivieron los ‘90 y eso genera problemas intrafamiliares. En vistas al futuro, esto va a dar como resultado pymes que no van a estar, pymes que se van a vender y pymes que se transformarán. No es nada distinto a lo que pasó en la década de 1990”, explica Brizuela.

Estos procesos, resalta el consultor, no son inmediatos, llevan su tiempo y requieren de “más cabeza y menos corazón”.
“En una economía estable, el empresario debe entender que no va a ganar tanta plata como ganaba antes, que estamos en niveles de rentabilidad más cercanos a como se hace en el resto del mundo; trabajar más por menos plata es un fenómeno mundial, no sólo de Argentina”, dice.
Una tríada para las pymes
Por su parte, Daniel Scandizzo, titular de la consultora AxiaBiz, agrega que, más allá del manejo de los márgenes y volúmenes, y el uso conveniente de la deuda en función del sector en el que estén, las pymes deben atender a una tríada fundamental.
Qué ofrezco. El tema no es sólo qué vende, sino si se está adaptando a los cambios de hábito, a la nueva composición social de sus clientes, a las nuevas pautas de consumo, si el producto o servicio sigue siendo atractivo, cómo lo está distribuyendo y con qué nivel de calidad.
Monitorear los costos. La prioridad es definir qué cuesta más, qué se puede reducir y qué eliminar, no sólo en materia de costos, sino también unidades de negocios, por supuesto, sin poner en riesgo la relación con el cliente y las ventas.
Con quién me uno. “Nadie se salva solo”, es el lema que ha puesto en boca de todos la exitosa serie El Eternauta. Para Scandizzo, las pymes deben tender lazos con colegas, proveedores, firmas del área logística, realizar compras entre varios y pensar en alianzas.
Un ejemplo actual son los Grupos Crea, que generaron mucho valor en el sector agropecuario, y las redes de trabajo del sector inmobiliario para compartir información y datos.
“Hoy la prioridad de las pymes debe estar en analizar con quién me puedo unir para hacer más eficiente mi negocio y abaratar costos. Pensar en alquiler compartido de depósitos y cámara de frío o el uso en conjunto de cadenas de distribución”, resalta el titular de AxiaBiz.
Cuidar el cliente
Oscar Piccardo, presidente en 1POR1, advierte que en esto “no hay recetas” y que la clave pasa por “mantenerse liviano de costos, en lo posible líquido (con liquidez)”.
Pero además insiste en que lo más importante para las empresas es sostener su cartera de clientes.
“El valor y lo que sostiene en el tiempo a una firma, más allá de los activos tangibles, es su cartera de clientes. Hay empresas que por controlar los costos, ponen en riesgo la relación con sus compradores; el problema es que si tu cliente probó las ofertas de tu competencia, cuando la economía vuelva a crecer y se termine el tiempo de las restricciones, es probable que ya no vuelva”, previene.
También es importante aprovechar los momentos de menos actividad para trabajar en las ineficiencias, hacer marketing a menos costo (tienden a ser más barato que en tiempos recesivos), planificar, innovar y desarrollar nuevos canales.
“Los momentos de crisis hay que aprovecharlos para preparación y mucho trabajo interno de planificación, estudio y desarrollo puertas adentro”, agrega el consultor.
A diferencia de Brizuela, para Piccardo estos son tiempos diferentes a la época de la convertibilidad.
Para el titular de 1Por1, si bien en la actualidad hay excedentes financieros en más cantidad circulando por el mundo comparado con las épocas de la convertibilidad, no van a venir fácilmente a la Argentina porque ya lo hicieron en su momento y salieron bastante golpeados de la crisis de 2002.
La lentitud con la que baja el riesgo país de Argentina muestra que el capital global está esperando la reelección de Milei o si la estabilidad continúa luego de La Libertad Avanza; sobre todo, quiere ver si la sociedad argentina y las organizaciones como los sindicatos se adaptan a la estabilidad o todavía piensan que les conviene más el “río revuelto”.
“En los ‘90, se dieron procesos de fusión y adquisición en los servicios, como los supermercados. Los inversores internacionales ya aprendieron cómo son los ciclos de la economía argentina, va a esperar un poco a ver si este cambio es sustentable en el tiempo, dos o tres períodos de gobierno, para ver si salió del péndulo de siempre. Las inversiones internacionales ahora están focalizadas en energía, minería y agro, más cercanas a la actividad primaria que a los servicios”, explica.
Trabajar sin rentabilidad
Un ejemplo de la caída en la rentabilidad es lo que sucede en la construcción privada. Roque Lenti, titular de la desarrollista GNI y presidente de la Cámara Empresarial de Desarrollistas Urbanos de Córdoba (Ceduc), asegura que el sector trabaja con niveles de rentabilidad cercanos a cero.
“Cada día se nota más. Años anteriores hubieron costos muy bajos con valores de venta más altos que el costo de producción; esto generó un negocio que captó a muchas personas que no eran del rubro, como fue la explosión de los dúplex, y esto se está vendiendo hoy”, indica.
La suba de los costos de la producción que se registró desde el año pasado ha generado precios de los inmuebles que actualmente la demanda no está dispuesta a pagar.
“Hasta que no se absorba toda la vivienda usada que está dando vueltas, vamos a tener estos problemas. Por otro lado, hay costos de la construcción que pueden empezar a bajar con la apertura de la importación”, añade.
Otro sector que históricamente se manejó con niveles muy bajos de rentabilidad fue la salud privada. Pero actualmente esto está generando cierre de pequeñas y medianas clínicas.
“Desde que tenía pantalones cortos, el sistema trabaja con rentabilidad baja porque es un sector con precios regulados y que depende fuertemente del Estado nacional y de cada una de las provincias. El 70% de las instituciones médicas dependen del Pami y las obras sociales provinciales”, explica Carlos Oulton.
El titular de Oulton previene que los proveedores de insumos no frenaron los precios; por el contrario, aumentaron los valores en forma más rápida que los ingresos del sistema. “En Córdoba, en los últimos cinco años, se deben haber cerrado el 60% a 70% de las instituciones privadas del interior provincial y no alcanza el sistema sanitario para cubrir la demanda”, agrega.
Desde la hotelería, Erik Debarre, gerente general de Holiday Inn Cordoba Hotel y representante en el Cono Sur de IHG Owners Associations, refiere que el tipo de cambio bajo del dólar redujo la actividad en el sector al achicar la cantidad de visitantes extranjeros.
Esto, advierte, no afecta directamente a Córdoba, cuya hotelería en la ciudad está ligada a la actividad industrial, comercial y del agro.
“El sector sufre este mismo problema. La caída en la ocupación, en Córdoba, está más ligada a la actividad económica”, previene.
Después de la pandemia, a partir de la apertura, la hotelería registró niveles históricos de viajeros, con una rentabilidad similar a otros países de la región. Ahora, la recesión ha disminuido los niveles de actividad.