Devorados en lidiar día a día con la coyuntura, los cordobeses quizá perdemos de vista la intensidad que tuvo este año en materia electoral que, con noviembre, ingresa al noveno (!) mes de campaña.
Hoy parece prehistoria, pero esta sostenida carrera de postas largó en marzo, cuando el Gobierno provincial movió la primera ficha en el cronograma de fechas que manejó con especulación digna de un juego de azar. Fijó la elección provincial el 25 de junio y eso, en efecto dominó, develó la fórmula opositora: Luis Juez iría sin Rodrigo de Loredo por la gobernación.
Allí arrancó un minué que no dejó de ganar ritmo: enlazó instancias electorales (clave el 23 de julio, cuando votó la Capital), convirtió a la discusión política en eje de la agenda pública y aspiró de manera sostenida recursos y energía de las administraciones municipales y provincial.
El éxito del oficialismo provincial en los solapados procesos provincial y municipal, más la apuesta nacional de Juan Schiaretti, generaron atípicas superposiciones entre gobernador en ejercicio pero candidato, gobernador electo pero intendente en ejercicio, viceintendente en ejercicio pero intendente electo. Un verdadero embrollo de roles y de demandas.
En ese torbellino con pronóstico extendido hasta el 19 de noviembre por el balotaje nacional, quedó atrapado también el diseño de la conducción de las administraciones provincial y capitalina que deben arrancar el 10 de diciembre y la definición de sus sendos gabinetes. Una labor que tiene a Schiaretti y, en especial, a Martín Llaryora como arquitectos y que es seguida con expectativa y ansiedad creciente por un enorme arco de público.
Aunque los más ansiosos en ese auditorio son quienes disputan espacios en el organigrama, en segunda fila espera sentado hace rato el empresariado cordobés, golpeteando el piso con un pie cargado de inquietud creciente.
La conversación hace eco en las principales entidades de representación gremial de manera transversal y, palabras más palabras menos, incluye inquietudes similares. ¿Cómo será la estructura del nuevo gobierno provincial? ¿Desaparecerán áreas de interés para los distintos sectores económicos o se sumarán nuevas? ¿Tendrán continuidad ciertos programas de interés para las empresas? ¿Se mantendrá el aceitado vínculo de trabajo con el sector privado que se redondeó en los últimos años de Schiaretti? ¿Incluirá esto el ingreso de hombres o mujeres del mundo productivo a la administración pública?
Y la clave: ¿quiénes serán los nuevos funcionarios?
“Hace semanas que intentamos reuniones pero al no haber interlocutores definidos y válidos no tiene sentido hacerlas. No tenemos con quién iniciar todas esas conversaciones, plantear y retomar agendas de trabajo para cada rubro de actividad. Falta muy poco para diciembre y no sabemos nada, hay mucha ansiedad. La administración está en stand by; algo similar a lo que pasa en el municipio”, graficó el titular de una entidad empresarial muy representativa transmitiendo la inquietud generalizada entre sus pares.
“Las autoridades están en otra, tomados por la campaña ahora en su tramo y definición nacional. Eso pasa hace varias semanas. No tenemos con quien sentarnos a definir agenda”, coincide otro dirigente.
La indefinición y la incertidumbre en alza se comparten hace tiempo en el ámbito del G-6, la entidad que aglutina a las cámaras y asociaciones más representativas de la provincia.
“Nos reunimos regularmente, como siempre, pero últimamente a mirarnos las caras; porque los puentes con el Gobierno están en suspenso”, sintetiza alguien que participa de algunos de los encuentros. Y cita como ejemplo el caso del Presupuesto provincial, que ya se aprobó en primera lectura en la Unicameral y sorprendió con un nuevo sistema de actualización de tributos. “Teníamos entendido que se iba a aprobar en la gestión entrante”, admite.
Más allá de la ansiedad, en los referentes económicos hay confianza en que pasada la turbulencia electoral y aclarado el último horizonte que falta, el nacional, se podrá retomar la sintonía con la administración provincial.
De todas maneras –aclaran– 2024 será un año de intenso trabajo: una gestión cuya tónica está aún por descubrirse y relaciones que requieren una nueva construcción, en algunos casos, probablemente, desde cero.
