La baja sostenida de la inflación permitió a trabajadores formales e informales entrar en un proceso de recuperación de ingresos en la segunda mitad de 2024 que continuó, al menos durante el inicio de este año.
El cambio logró reducir la cantidad de hogares en situación de pobreza en Córdoba y también ensanchó, en términos estrictamente monetarios, a la clase media.
Eso muestran las últimas estadísticas publicadas por el Indec recolectadas a partir de la encuesta permanente de hogares (EPH) en el primer trimestre de 2025. Los datos de ingresos que las familias aseguran reunir al contestar esa encuesta, cruzados con los valores de la canasta básica por el Instituto para el Desarrollo Social Argentino (Idesa) a pedido de La Voz, permiten actualizar el mapa de “clases” en el Gran Córdoba en función a esa variable: el dinero reunido en el mes.
El trabajo muestra que entre el primer trimestre de 2024 e igual lapso de 2025 (enero a marzo), la clase media creció 12 puntos: pasó de incluir al 47% de la población a englobar el 59% este año.
Dentro de ese grupo hay que diferenciar un 10% calificado como “clase media baja” que se mantuvo estable: se trata de personas en hogares que reúnen por mes el equivalente a una canasta básica y hasta un 25% más, esto es según los valores actualizados por Idesa, entre $1.130.000 a $1.420.000.
Por encima se ubica la clase media propiamente dicha, con ingresos familiares que parten de este piso y llegan a $4.540.000 mensuales (hasta cuatro canastas; método usado en distintas mediciones de este tipo).
El resto de los sectores siguió igual tendencia: la pobreza –hogares que no llegan a la canasta mensual de $1,13 millón–bajó del 51% al 33% de la población; y la “clase alta”, con ingresos superiores a $4,5 millones, se cuadriplicó: 2% al 8%.
Los números muestran el nivel de pobreza en el Gran Córdoba por debajo del de inicios de 2023 (fue 37%) y a la clase media en idénticos volúmenes que entonces.
“El nivel de pobreza del 33% tocó un piso similar al experimentado durante el mejor momento del gobierno de Mauricio Macri, lo cual es un dato alentador considerando que hace un año tocábamos el techo de la serie desde 2016”, analizó Patricio Canalis, economista de Idesa.

Los guarismos también dan la razón a la administración de Javier Milei cuando señala que luego de aplicar un fortísimo ajuste inicial logró, vía merma de la inflación, que la economía de las familias regresara a la situación pre-motosierra y devaluación.
Ese dato positivo –que claramanente constituye unos de los sostenes electorales de Milei– tiene, sin embargo, dos “peros”. Uno de ellos es que 2023 no es un punto de referencia deseable ya que los argentinos llegaron a ese año luego de varios de empobrecimiento sistemático.
“Visto en perspectiva, la economía se encuentra estancada desde 2012 y los ingresos están en escalones mucho más bajos. Como valoración apresurada al programa económico del Gobierno puede decirse que alcanzó para revertir los daños colaterales del shock inicial, pero a los ingresos y a la actividad aún les cuesta salir del estancamiento estructural de la última década”, coincide Canalis.
El otro “pero” es que entrado 2025 distintos indicadores comenzaron a mostrar que el crecimiento económico que se registraba en los primeros meses se detuvo sobre el fin del semestre. Mientras tanto, los ingresos de buena parte de la población, incluidos los salarios formales, empezaron a crecer por debajo de la inflación. Para conocer la réplica social de esta foto que lleva a hoy a los economistas a hablar de “estancamiento” habrá que esperar a los próximos relevamientos del Indec.
Los ingresos son sólo una dimensión
Idesa lista los factores que explican la recomposición de ingresos: aumentos de salarios y remuneraciones de los trabajadores informales; la salida de las jubilaciones del pozo que tocaron en el primer trimestre de 2024, el más bajo de los últimos 20 años; y la citada merma de la inflación con particular impacto en el rubro alimentos, que se ubicó por debajo del IPC general y que tiene gran incidencia en la medición de pobreza.
La mejora relativa en el cuadro social confirma algo que el Presidente repite: bajar la inflación es una eficaz política social. Lejos está de resolver todos los déficits sociales, claro está, pero genera un buen punto de partida.
Se trata sólo de una línea de arranque sobre la que hay mucho por construir. El brusco cambio entre sectores sociales, tanto la suba de 2024 como la mejora en 2025, indican que existe una gran cantidad de personas con ingresos muy volátiles; y por tanto vulnerables a entrar y salir de la pobreza o, en el caso de la clase media baja, de caer de nuevo en ella.
Otro aspecto central a consignar es que este criterio que sistemáticamente se utiliza para construir la foto de clases de la sociedad es unidimensional: se construye a partir de una variable, los ingresos, y su capacidad de llegar a una o más canastas básicas; otro indicador hoy en revisión por el propio Indec.
“Los bruscos cambios de ingresos que viven los hogares muestra su volatilidad económica pero también invita a reflexionar cómo medimos la pobreza. Las familias llegaron quizás más o menos cómodas con sus ingresos a fin de mes en distintas etapas del año, pero eso no implica que su situación haya cambio radicalmente para mal o para bien”, agrega Canalis.
Otras mediciones multidimensionales del Indec como la realizada a través del Siempro ubican a la pobreza en una zona estructural del 35,4%, y en el nivel más alto al menos desde 2016.
En esta misma línea, especialistas en consumo que siguen en detalle la evolución de los sectores sociales instan a complejizar la lectura de clases.

Una de las más interesantes viene siendo trazada por la consultora Moiguer. En su análisis, la clase media viene reconfigurándose a partir de tres ejes: se desdibuja y crece la cuota de argentinos que ya no se autopercibe de clase media; se “desparametriza” al perder sus tradicionales factores de progreso (capital económico y cultural) y se parte en dos hacia su interior, desacoplándose en una clase media alta que mira hacia arriba y tiene chance de mejora y otra amplia “media baja” con alta fragilidad material y mínima posibilidad de ascenso social. Moiguer las denomina “clase media resorte” y “clase media cristal”, respectivamente.
Sondeos realizados por la consultora este año en todo el país, Córdoba incluida, revelan que 6 de cada 10 argentinos creen que su trabajo les permite subsistir pero no crecer económicamente; la mitad de ellos piensan que desarrollar un emprendimiento les dará ascenso social y 3 de cada 10 prefiere invertir en soluciones financieras. Estas respuestas ilustran un cambio de imaginario en relación al progreso, al que para muchos se accede por salida individual y fuera de vías tradicionales como el trabajo formal en relación de dependencia o el título universitario.