En Ranqueles, una pequeña localidad del departamento General Roca al sur de Córdoba, un emprendimiento familiar encontró una veta de crecimiento en un eslabón clave del negocio apícola: el estampado de cera, una técnica que permite hacer “casas prefabricadas” para las abejas.
La actividad que realizan en la Apicultura Malvinas no sólo acorta los tiempos de producción y ordena las colmenas, sino que también garantiza la sanidad de los panales, algo cada vez más valorado en el sector.
Detrás de este proyecto están Emanuel Saez de Guinoa, su padre Abel y su hermano Matías, quienes decidieron diversificar su actividad original como productores de miel e invertir en una estampadora de cera. “Las opciones eran comprar un camión para salir a hacer viajes o comprar la estampadora. Como ninguno se iba a sentar en un camión, decidimos comprar la estampadora”, cuenta entre risas. Hoy, además de seguir produciendo miel, prestan este servicio esencial a apicultores de Córdoba, Buenos Aires, Santa Fe, La Pampa y San Luis.

Cómo se estampan las láminas de cera
El proceso arranca cuando el apicultor lleva su cera virgen —la que producen las propias abejas— en forma de panes. En el taller, esta cera se funde en una olla especial, a la que se le agrega un pequeño porcentaje de parafina, necesario para poder trabajarla. Luego, se utilizan moldes y rodillos milimétricos para darles forma a las láminas, replicando el dibujo hexagonal perfecto del panal.
“Es como darle una guía a la abeja”, explica Emanuel. “Si vos ponés una colmena vacía sin nada, la abeja hace panales desordenados, algunos chicos, otros grandes, incluso panales zanganeros que no sirven para cría. Pero con la lámina estampada, ella copia ese patrón y lo engrosa con cera según su necesidad: puede ser para criar, para almacenar miel o polen”. En otras palabras, se trata de un sistema que respeta la biología y la cultura del trabajo de las abejas, pero que al mismo tiempo acelera los tiempos de producción y permite una mejor organización de la colmena.
Ventajas productivas y sanitarias
Entre las principales ventajas de este sistema, está la posibilidad de reducir el tiempo que necesita la colmena para expandirse en plena temporada de floración. “Si le das una lámina en enero, cuando la abeja necesita agrandarse, al otro día ya están poniendo miel o la reina empieza a poner huevos. Todo depende de la entrada de néctar y la época del año”, explica. Así, una buena gestión de las láminas puede traducirse directamente en una mayor cosecha de miel.

Pero más allá del aspecto productivo, el gran diferencial de este emprendimiento cordobés es su enfoque en la sanidad. “Nosotros estampamos con la cera que trae cada apicultor. No mezclamos ceras de diferentes colmenas. Eso es fundamental, porque si se mezcla, se pueden transmitir enfermedades”, destaca. Además, no utilizan ácidos ni colorantes: “La cera se trabaja tal y como viene, lo que hace que el rechazo de las abejas sea mínimo”.
La miel: un mercado en expansión
Argentina es el tercer productor mundial de miel, detrás de China y Estados Unidos, y produce entre 70 mil y 85 mil toneladas al año, a partir del trabajo realizado en alrededor de tres a cuatro millones de colmenas, según los datos oficiales del Registro Nacional de Productores Apícolas (Renapa).
El mercado del estampado de cera es amplio en el país. Cada vez hay más apicultores que demandan este tipo de servicios para profesionalizar su producción. “Nosotros empezamos con cinco mil o seis mil kilos de cera al año, y ahora estamos estampando entre 25 mil y 30 mil kilos anuales”, cuenta.
El impulso inicial lo recibieron de Hernán y Fernando Bottaro, apicultores de trayectoria, quienes los motivaron a dar el salto: “Fueron los primeros que nos dijeron ‘compren la estampadora, nosotros les damos la cera’”.
El gas natural: un insumo clave
Un punto de inflexión en la rentabilidad del negocio fue la conexión al gas natural. “Antes usábamos gas envasado. Un tubo cuesta $ 50 mil y nos dura apenas dos días. Teníamos que cambiarlo hasta cuatro veces por semana y viajar 30 kilómetros para conseguirlo. Desde que nos conectamos al gas natural, el ahorro fue enorme: hoy gastamos en todo un mes lo que antes gastábamos en una semana. Eso nos permitió mantener los precios a pesar de la inflación”, explica.
Este cambio estructural también se tradujo en una ventaja competitiva que sorprende a sus clientes. “Nos siguen preguntando si es verdad que cobramos lo mismo que el año pasado”, cuenta. En el contexto inflacionario del último año, haber podido congelar precios gracias a una mejora en los costos es una rareza.
Proyectos y expectativas
Hoy en la empresa trabajan dos empleados, además de los tres miembros de la familia. Y aunque no proyectan grandes escaladas, sí tienen una expectativa clara: seguir creciendo de forma sostenida, sin perder calidad ni confianza.
“Nuestra forma de trabajar es simple: hacer las cosas bien, no inventar nada raro y seguir dándole para adelante. Hasta ahora, nos ha ido bien y esperamos que la suerte nos siga acompañando”, concluye Emanuel.