Aun con todas las correcciones macro, la economía está en ese estrecho e incómodo pasaje que debería unir la consolidación de la estabilización con un modelo para crecer. No ha terminado lo primero; tampoco empezó lo segundo.
Es una fase no apta para ansiosos. “En el país se está reconstruyendo un sistema de precios reales. Hay una matriz que se está modificando, que está en plena ebullición, que se está acomodando. Los que tengamos cabeza competitiva vamos a poder superar el momento”, evaluó Jorge Riba, de Grupo Dulcor, en el programa “Ronda de negocios”, de La Voz.
Es una buena forma de describir la manera en la que la economía real está intentando reconocerse frente a un nuevo espejo que ahora busca mostrarla tal cual es, con su tamaño verdadero y con menos distorsiones.
La transición es dolorosa en empresas ligadas al consumo masivo y a la construcción. También salpica a algunos rubros industriales que todavía deambulan en un laberinto y no terminan de ver las señales que los encaminen hacia la salida.
El apretón monetario ha vuelto a sentirse. No hay pesos, sigue la depresión de los ingresos en los hogares y eso se siente en sectores que, tras la salida del valle recesivo, están estancados.
La idea del Gobierno nacional de remonetizar el mercado con los dólares “escondidos” de millones de ahorristas argentinos tiene todavía mucho de discursivo y pocas señales de cómo gestionar ese proceso.
Hay quienes imaginan un nuevo blanqueo. También hay versiones de que el movimiento apuntaría a cierta escala que evite ruidos judiciales.
Mientras tanto, hay compañías que debieron presionar el botón del plan B y están encarando reestructuraciones de diverso tenor. Recalculando. La micro de la micro.
Algunas se habían anticipado a finales del año pasado. Las que esperaron movieron la perilla entre marzo y abril. No hay demasiados secretos: lo que no ajusta por precio, ajusta por cantidad (o calidad). Y viceversa.
En el supermercadismo, por caso, se combinan ventas bajas con márgenes de rentabilidad dañados. Y no está pasando lo que se creía que iba a fluir a esta altura del año en una escala importante: financiamiento dinámico al consumo.
El ajuste del ajuste
La respuesta es mover piezas puertas adentro. Quedaron encajonados los proyectos para reforzar algunos equipos de trabajo. La encuesta de Manpower para el período abril-junio ya había anticipado la nula expectativa de creación de empleo.
Pero también hay recortes de nómina: algunos mandos medios y, sobre todo, personal eventual o con poca antigüedad.
“No pasa nada; está todo bastante parado”, reconoció un importante empresario desarrollista. No es que no haya operaciones, pero el volumen es tenue. Al cierre de marzo, el nivel de comercialización consolidado que relevó la cámara del sector (Ceduc) fue idéntico al de un año atrás, entre ventas financiadas y al contado.
El correlato está también en los proveedores de la construcción. “Se mueve poco. Lo justo y necesario. Las empresas con espalda chica lo están padeciendo. Me hace acordar a lo que pasó en los primeros años de la convertibilidad”, contó el dueño de uno de los corralones más importantes de la capital cordobesa.
Una buena cantidad de indicadores sectoriales y de relevamientos privados describen un freno del nivel general de actividad en marzo. Pero hay heterogeneidad, distintas velocidades y una creciente insistencia en que se encaren reformas de fondo que apacigüen el peso de los costos impositivos y laborales.
El estado de ánimo descansa en una especie de optimismo diferido, afectado por un desfase de expectativas. En los rubros rezagados, lo que se esperaba que pasara este año ya empieza a ser trasladado a 2026.
En el medio, están las elecciones legislativas que, como siempre, tienen una lógica trascendencia política pero una dimensión demasiado grande para diferir decisiones públicas y privadas en un país que hace más de 10 años que no crece.