Oriundo de La Sexta, un humilde barrio de Rosario, Tomás Machuca creció con una pelota bajo los pies. A los 16 años, jugaba en Tiro Suizo, un club ubicado en la zona sur de la ciudad rosarina.
Una tarde, durante una práctica, un choque con un compañero acabó con sus flamantes canilleras. La tristeza no lo desanimó a buscar una solución en casa. Por eso fabricó otro par de canilleras con el plástico de un balde y un pedazo de goma. Incluso las personalizó con imágenes de su familia que confeccionó en Paint, en la computadora de un cíber.
Al llegar al club, sus compañeros se mostraron sorprendidos por su nuevo accesorio. Cuando le consultaron dónde lo había comprado, por vergüenza Tomás no se animó a contar la verdad y les dijo que las canilleras eran un regalo de un tío de Buenos Aires.
Sin darse cuenta, Machuca estaba dando el primer paso para crear, tiempo después, Fenikks, el emprendimiento de triple impacto que hace unos días lo trajo a Córdoba.
En la provincia, donde vende el 25% de su producción, tomó contacto con instituciones deportivas locales.
Se trata de una fundación que a la vez es un club de fútbol y también una empresa. Su objetivo es fabricar canilleras con plástico reciclado. En sus inicios, en 2019 lo hacían con tubos de PVC o baldes desechados, pero al tiempo descubrieron que podían hacerlo con tapitas.
“Llegó un momento en que ese proceso nos sobrepasó y dijimos que era momento de expandir los plásticos utilizados y medir el impacto. Surgió la posibilidad de industrializarlos junto con la ONG Precious Plastic, que comparte la forma de producir máquinas de reciclaje industrial a mediana escala. Se tritura el material, se compacta y salen las canilleras”, contó.
El proyecto se industrializó a finales del 2021 gracias a la alianza con la compañía ecológica Ecolif y se convirtió en Fenikks.com.
Su producción es de 30 mil canilleras por mes. Sin embargo, este era el primer paso: por cada par de canilleras vendidas, Fenikks dona un par a los chicos de los clubes asociados y en su comunidad.
Se estima que en Argentina cada día se genera basura suficiente para llenar 36 estadios. En un día con partido de fútbol se generan entre 10 y 20 toneladas de basura. Además, cada semana se desechan más de mil botellas en las sesiones de entrenamiento.
Con la idea de generar conciencia y establecer hábitos, Fenikks creó puntos de recolección en distintos clubes, en los que promueve la separación de los residuos y el reciclaje.
Los clubes tienen la posibilidad de comprar las canilleras en consignación. “Por cada par que se venden de forma online o en tiendas oficiales, entregamos otro como premio y el club puede generar ingresos adicionales”, afirman desde la empresa, que ya entabló conversaciones con clubes de Córdoba.
“Es un medio de recompensa para las personas que separan y recolectan lo reciclado. La contaminación por residuos en los barrios es una enormidad y una realidad”, sostuvo Machuca.
Las canilleras están hechas a partir de 65 tapitas de gaseosa. Cada par les da una nueva vida útil a 70 gramos de residuos. Tienen un diseño adaptable para optimizar el calce y la comodidad. Pueden ser personalizadas con el escudo y los colores del club.
El fútbol como vehículo
También en 2021, Machuca creó la Fundación Fenikks, un club con equipos de sub-13, sub-15 y sub-17, así como un equipo femenino. “Habiendo logrado superar las adversidades, me sentí en conexión con la misión de inspirar y promover a la próxima generación de proyectos de impacto desde el barrio para que impulsen la transformación de la realidad”, señaló.
“Fundamos el club apalancándonos en el deporte como imán para conectar a jóvenes y a niños de mi barrio con espacios de vínculos y hábitos saludables que los invitan a superarse y a desafiar creencias convencionales que estigmatizan a los barrios desfavorecidos”, añadió.
Para el emprendedor nacido en la misma ciudad que cracks como Messi o Di María, el fútbol ocupa un papel central como vehículo de desarrollo de las personas. “El sentido de pertenencia y de comunidad del fútbol es la herramienta principal para evitar la exposición a situaciones de delincuencia y drogadicción, para que desarrollen su propio proyecto de vida”, explicó.
Fútbol Club Fenikks surgió cuando el emprendedor recolectaba pelotas y botines dañados para reemplazarlos. El primer torneo en el que participaron 50 chicos de su club se celebró este año, en la Asociación Rosarina de Fútbol de Salón.
“En lugar de pensar solamente en mejorar mi calidad de vida, me di cuenta de que tenía la oportunidad de impulsar una iniciativa que permita mejorar la calidad de los barrios desfavorecidos, promoviendo la responsabilidad ambiental desde la inclusión”, sostuvo.
