Un fanático de los autos clásicos, las carreras y el automovilismo adquirió un galpón para restaurar vehículos con los amigos.
Se trata de Federico García, tan fanático que hoy es tesorero de la comisión actual del autódromo Parque Ciudad de Río Cuarto.
Sin embargo, por sus dimensiones, el espacio quedó grande y su mantenimiento era cada vez más costoso. Fue así que el futuro del proyecto “galpón-taller”, en el que se hacían asados todos los viernes, comenzó a debatirse entre ser vendido o empezar a generar ingresos.
Su socio, Facundo Arias, es el responsable del lado gastronómico de esta historia que ya tiene tres años.
Fue así que ambos decidieron comprar sillas para unas 30 personas y alquilarlo para brindar el servicio a grupos reducidos que necesitaran un lugar de reunión, con la magia de los autos alrededor.
“Empezamos totalmente como hobby y se terminó convirtiendo en un negocio que hoy tiene empleados, compromisos con marcas y convenios con cervecerías. Esto tomó un volumen impensado en tres años. Comenzamos en enero de 2020 como un lugar de eventos entre los autos clásicos. Llegó la pandemia, cerramos, y lo que primero se habilitó fue el restaurante, incluso antes que los salones de eventos, entonces nos convertimos para poder abrir”, recuerda García en diálogo con La Voz.
El comienzo no fue fácil. No había un solo indicio de que el emprendimiento pudiera dar resultado, recuerda, ya que muchas marcas los rechazaron de primera.
El lugar era juzgado por no estar cerca del centro comercial de la ciudad, de hecho se encuentra en una zona residencial y sin bares (al menos cuando arrancó).
Los vecinos de la zona no esperaban una cuadra revolucionada a partir de la mitad de semana, en un lugar que tiene como rasgo distintivo su ingreso: tan solo una puerta de chapa y un farol arriba; así es la fachada de El Galpón.
García explicó que “el hecho de que no tenga una entrada fue algo casual, habíamos comprado las puertas para hacerla, pero un amigo nos sugirió tomar la estética de los bares de los años 1930 en Estados Unidos, cuando por la ley seca eran bares a ‘puertas cerradas’ del estilo speakeasy” (no se sabe qué hay detrás)”.
El lugar encierra un museo de autos antiguos, radios viejas, revistas del deporte automotor como Corsa, discos de vinilo, triciclos, bicicletas, muebles viejos restaurados, carteles publicitarios, entre otras referencias relacionadas con los autos.
Federico, contador público nacional, y Facundo, del rubro comercio, aprendieron juntos de gastronomía y se convirtieron en empresarios.
Tres sectores para comer y un taller en vivo
El Galpón fue mutando su concepto de parrillada a restaurante. En una segunda etapa, ampliaron hacia atrás un sector que ellos llaman ‘la escudería’ y montaron un escenario con música en vivo en el salón central.
En un tercer momento se ‘jugaron’ con un patio de comida rápida. “A fines del año pasado, inauguramos el patio para grupos de amigos con una orientación de comida de verano; un modelo que no resultó, no es que fracasó, pero no resultó como creíamos. Habíamos pensado en una especia de patio cervecero y entendimos que para eso la gente va a otro lugar de la ciudad, porque acá ya tiene incorporado el concepto del restaurante”, explicó García.
Sin embargo, siguen trabajando en ese lugar para esta temporada, y será un espacio conectado con el edificio principal para la reunión de amigos al aire libre.
“Hoy estamos concentrados en consolidar estos tres espacios bien diferenciados, con propuestas particulares: un restaurante con música en vivo, otro sector destinado a las reuniones de grupos y el patio con una carta mucho más simple”, explicó.
Pero eso no es todo, “estamos terminando de armar un verdadero taller, como para volver al origen, es un espacio que se verá desde donde están los comensales, con la idea de que se pueda ver cómo es el proceso de restauración de un auto, desde un auto un poco más moderno hasta las baquets con las que corría (Juan Manuel) Fangio en los años 1930; queremos mostrar cómo se arma, y que el comensal vea realmente cómo es un taller”.
En una superficie de 1.300 metros cuadrados, el Galpón cuenta hoy con 25 colaboradores en temporada alta, con una capacidad total para 300 personas (si estuvieran los tres sectores completos).
Un sábado exitoso significa contar con unos 170 cubiertos; no es el lleno total, pero sí el ideal para vivir una ‘buena experiencia’ de aquellos que elegirán entre los 15 platos de una carta amplia para todos los públicos y diseñada por el chef Martín Tomaselli.
Anécdotas y errores en una ciudad “fierrera”
Río Cuarto es una ciudad “fierrera” que no desentona con este tipo de propuestas. Todo lo contrario. El taller de El Galpón tiene autos tapados, herramientas por doquier y la historia latente en cada pieza. Cuando comienza una restauración, “me gusta investigar cómo era ese auto, quién lo preparaba, qué publicidad tenía, con qué elementos venía, buscar la fábrica. Ahora estamos armando una réplica de un auto de Turismo Carretera que usó ‘Pirín’ Gradassi (Héctor Luis Gradassi), único campeón cordobés y cuatro veces campeón de esa categoría. También tenemos un auto muy representativo para Río Cuarto porque es una edición limitada fabricada en la época de Carlos ‘Pájaro’ Garro, con ese salió campeón”, comentó Garcia.
El empresario confiesa que con su socio aprendieron el negocio de la gastronomía juntos: “Yo todavía sigo sin saber, él es el que más sabe”, bromea.
“Cuando arrancamos, literalmente no teníamos cubiertos, no teníamos aire acondicionado, no sabíamos nada del rubro. Con la expectativa que la gente tenía, llegamos a tener reservas con dos meses de espera”. Hoy, el modelo de negocio acelera.
