El contenido del programa económico diseñado por el Gobierno nacional como parte del acuerdo de renegociación de deuda con el FMI terminó de darle una certeza a buena parte del empresariado cordobés: la administración de Alberto Fernández no encarará, ni aun en un contexto que presionaba para hacerlo, ninguna de las “reformas estructurales” que, consideran, Argentina requiere para comenzar a crecer de manera genuina y sustentable.
En síntesis muy apretada, léanse bajo ese rótulo medidas que reduzcan de manera contundente el gasto público y, con él, el déficit fiscal, y que den inicio a un fuerte cambio en el rol del Estado y su gestión de la economía (reformas tributaria, laboral, etcétera).
En ese escenario, la chance de algún volantazo de rumbo hacia ese norte deseado por hombres y mujeres de negocios locales vuelve a fijarse en 2023, el año en que se pone en juego la alternancia política. Y la decisión es meterse a jugar el partido.
La actitud de alzar la voz y participar de manera más contundente en la discusión de política –no sólo en lo que atañe a la economía– viene siendo cada vez más palpable en el empresariado cordobés, que toma postura pública sistemática sobre decisiones gubernamentales nacionales a través de sus entidades, y hasta comenzó a tejer, con una inédita alianza entre el G-6 y las organizaciones del campo, un movimiento transprovincial.
La manifestación más gráfica de esta “subida de perfil” de los sectores productivos y su intención de tallar en 2023 ganará velocidad e intensidad desde la semana próxima, cuando con sólo 24 horas de diferencia dos de las entidades más referenciadas como espacios de pertenencia presenten en sociedad a sendos economistas de alto perfil “fichados” por sus institutos de investigación con el fin de diseñar política económica para un eventual nuevo gobierno.
Se trata, con coincidencias y también diferentes tradiciones y escalas, de la Fundación Mediterránea y la Bolsa de Comercio. La primera es hace tiempo una entidad federal y ya protagonizó, con la figura de Domingo Cavallo como emblema, el proceso histórico de aportar a un gobierno un equipo de conducción de la economía con libreto propio. Para ella, el proceso encarna algo tan fuerte como una “refundación” o “renacimiento”, según palabras de sus propios socios.
Para la Bolsa, es el inicio de un camino con vocación de mayor protagonismo nacional.
Dos debuts con 24 horas de diferencia
El lunes próximo hará punta la Bolsa de Comercio, cuando en el primer almuerzo de su ciclo de coyuntura presente en sociedad –a buena parte de sus 150 empresas miembros y al público en general– al flamante “asesor de asuntos estratégicos” de su instituto de investigaciones (IIE), el economista Guido Sandleris, expresidente del Banco Central durante el gobierno de Mauricio Macri.
Fue contratado en febrero con el fin macro de “contribuir en el fundamento y diseño de políticas públicas con una mirada federal”. “El fin no es que sea funcionario en 2023, aunque si eso se diera, significaría que nuestro aporte fue considerado. Lo que queremos es que nos ayude a pensar y tener con él una voz nacional”, graficaron desde la sede de calle Rosario de Santa Fe, el pleno centro de lca Capital provincial.
Un día después, el martes, será el turno de la Fundación Mediterránea, que también iniciará el lanzamiento formal y presencial de Carlos Melconian, el economista de altísimo perfil al que desde diciembre confió la dirección de su instituto de investigaciones (Ieral) y, con eso, la misión de diseñar un plan de Gobierno que “esté disponible” para quien asuma el timón del país en 2023. El debut será en Córdoba, pero tendrá réplicas en el resto de las provincias donde completa su nómina de más de 253 empresas y entidades socias (146 son de Córdoba).
El también exfuncionario de Mauricio Macri aterrizó en la organización en diciembre –el pase de Sandleris, ejecutado en febrero, pareció inspirarse en este–, con apoyo de socios fuertes con base en Buenos Aires (laboratorios Bagó y Banco Macro fueron claves, trascendió) y detonó una mezcla de sorpresa incómoda e incertidumbre en las filas de miembros locales.
Ese proceso comenzó a ordenarse puertas adentro entrado el verano, y tuvo esta semana una instancia importante en las reuniones de socios y directivos para reelegir autoridades, que la Mediterránea celebró en Córdoba con un tramo especialmente reservado para el contacto cara a cara con el economista porteño.
La conversación interna –aún en desarrollo– incluye numerosas aristas, como clarificar cuál será la agenda de trabajo de Melconian, hasta qué punto su verborragia audaz canalizará “la voz” del heterogéneo arco empresarial que aglutina la Mediterránea, y también cuestiones prácticas no menores, como la magnitud del financiamiento que requerirá a los socios la nueva cruzada.
Los procesos de ambas entidades tienen sus particularidades, pero la sintonía ideológica y en el trazo grueso del “país buscado” es evidente. Otro punto en común es la empatía política: aunque las dos entidades definen en lo formal sus procesos como “apartidarios”, los referentes elegidos son figuras de la gestión Cambiemos, hoy Juntos por el Cambio. A ambas, a la vez, las separa del Frente de Todos (y en particular del kirchnerismo) un abismo.
