Por estos días, las empresas están liquidando el medio aguinaldo, un beneficio que se generalizó hace 80 años y al que hoy acceden cuatro de cada 10 personas en condiciones de trabajar en la Argentina, además de jubilados y pensionados.
Según una encuesta de Focus Market, en el acotado universo de los trabajadores formales (privados y públicos con obra social y aporte previsional), 40% dijo que usará el extra salarial en gastos generales y pago de deudas. El resto lo ahorrará y apenas 11% lo destinará para vacacionar.
Esta foto sintetiza las dos caras más elocuentes que viene arrastrando el mercado laboral: sólo crece la informalidad, y los salarios no recuperan poder de compra.
Hay una relación inversa en las dinámicas, porque esto sucede mientras la inflación está cediendo y mejora el promedio de actividad, pero en niveles todavía insuficientes. ¿Curva de Phillips?
Como sea, ocurre lo que habitualmente pasa en tiempos de ajuste: lo que no se acomoda por precio se hace por cantidad.
Hay una relación que ilustra el fenómeno y que viene siguiendo de cerca el economista Nadin Argañaraz, del Instituto Argentino de Análisis Fiscal (Iaraf). Es una especie de hot sale laboral, un 2x1 entre empleo formal y monotributistas.
Al cierre de marzo, había 103.650 asalariados privados y públicos menos que un año atrás en todo el país. En el mismo período, se sumaron 48.400 personas al Monotributo. En definitiva, por cada dos puestos formales que desaparecieron, asomó un nuevo aportante al régimen para pequeños contribuyentes.
Si la comparación se extiende más atrás en el tiempo, la conclusión es más ruinosa: frente a marzo de 2018 (antes de la debacle cambiaria), la cantidad de monotributistas creció 32,6%, mientras que el empleo formal sólo se movió 2,3%.
Otro dato representativo lo aportó la consultora Equilibra, que dirige Martín Rapetti. Apuntó que en el primer trimestre, los sectores donde más creció la ocupación fueron restaurantes, servicios comunitarios y transporte, con una clara incidencia del cuentapropismo.
Por lo tanto, se pregunta si las plataformas digitales (delivery y traslado de personas) y las “changas” están sustituyendo empleo en relación de dependencia formal.
La Córdoba “conurbanizada”
Días atrás, en una charla que ofreció en La Voz, el analista Guillermo Oliveto, especializado en consumo y en comportamientos económicos, reconoció que hay un fenómeno de “conurbanización” en muchas áreas metropolitanas del interior, que empiezan a ser atravesadas por características que antes sólo se veían en el conurbano bonaerense.
El achique de la clase media ha provocado que la prioridad sea tener una ocupación, no importa tanto en qué condiciones. Incluso, es lo que está funcionando como un dique de contención en esta fase de estabilización, aunque con señales de alerta.
En el podio de preocupaciones, los argentinos ya no estamos tan inquietos por la inflación, pero nos sigue agobiando la inseguridad y escala la intranquilidad por la pobreza y la desocupación.
Los datos de desempleo del primer trimestre de este año acercan al Gran Córdoba con el promedio del Gran Buenos Aires. En ambos casos, están en 9%.
Las tasas de actividad y de empleo son casi las mismas, pero en el aglomerado local es mucho mayor la proporción de ocupados y de subocupados que buscan más trabajo, por lo que la presión sobre el mercado es mayor. Incluso, llama la atención la diferencia con el Gran Rosario.
Ante las bajas chances de poder acceder a un empleo de calidad, la respuesta es el cuentapropismo y la informalidad, en general asociados a puestos de baja productividad y, por lo tanto, con ingresos mediocres que ayudan en el presente, en una agobiante carrera para no caer en la pobreza, pero que limitan la movilidad social.
Sin considerar aquí los aspectos políticos –que inciden, y mucho–, la forma de organización social y económica que delineó al conurbano bonaerense experimentó un dramático punto de quiebre con la crisis de 2001/2002, cuando los niveles de pobreza y de informalidad se adosaron al cuerpo social ya no de manera marginal, sino sistémica.
El deterioro diferencial del mercado laboral del Gran Córdoba comparado con otras áreas metropolitanas importantes no es nuevo y reclama un profundo estudio para entender las razones de este desacople. Es un espejo incómodo. Peor sería no reconocerlo.