La economía y la política no van hacia octubre: regresan a él. Hasta el propio Gobierno argumenta que detrás de las fricciones está la influencia del ruido electoral. No lo dice con estas palabras; prefiere llamarlo “riesgo kuka”. Ese es el octubre que eriza la piel libertaria.
Lo cierto es que ese punto en el futuro cercano del calendario, por lo menos para la economía, parece como una visita al kilómetro cero. Sí, puede que suene exagerado, pero será una prueba de ácido para saber si detrás de la volatilidad está solamente octubre o hay otra cosa. Por eso la idea del regreso.
Algo de eso transmitió el economista Juan Carlos de Pablo, quien estuvo algunas horas del jueves 21 en Córdoba, para dar una charla en las 43ª Jornadas de Supermercadismo Argentino.
Consultado sobre el nivel de las tasas de interés, para evitar que los pesos cedan a la tentación dolarizadora, admitió que, “como fenómeno permanente, es para agarrarse la cabeza”, pero dio por sentado que así seguirá el cielo monetario hasta octubre.
“Si esto trasciende un tema electoral, hay que plantearlo de otra manera”, dijo. Incluso, opinó que ni siquiera el Gobierno sabe cómo hará para sostener el equilibrio fiscal y que la única garantía de que eso ocurrirá es una prueba de fe: la voluntad del presidente Javier Milei de sostener ese estandarte, cueste lo que cueste.
El apretón monetario es tal que se calcula que ya poco más de la mitad del circulante de dinero, en rigor, no circula; está atrapado en los nuevos niveles de encajes bancarios, los más altos en tres décadas. Y la lupa del Banco Central sobre esa dinámica ahora es diaria, para vigilar casi en tiempo real hacia dónde fluyen los pesos.
Flotación bajo estrés
Si hay estrés en las tasas flotantes, es para evitar problemas en el otro esquema de flotación, el del dólar, aunque el tipo de cambio igual se mueve. Es lo que se espera que ocurra en un sistema como el que existe.
La duda es si el Gobierno está pensando en calibrar las bandas después de las elecciones, como vía indirecta para aliviar lo monetario.
Los rumores apuntan a una eventual actualización del esquema cambiario luego de octubre, sin perder la lógica del piso y del techo, pero con valores que ya no sean los que arroja el goteo del 1% mensual.
Se menciona que la orientación podría ser seguir al índice del tipo de cambio real multilateral, como instrumento que evite un salto devaluatorio discreto y sin vector.
No es menor que, para que eso funcione, hay que revalidar la confianza en la política monetaria, que en los próximos días volverá a encontrarse con otro vencimiento de la deuda en pesos: $ 13,7 billones, según la consultora 1816.
Por abajo, con la heterogeneidad esperable, el nivel de actividad se ha pausado y nadie está aguardando que esa dinámica cambie a corto plazo. De hecho, la mayoría cree que así seguirá hasta que termine el año, más allá de los fenómenos estacionales.
¿Y la inflación? Todo el embarazo de volatilidad es, justamente, consecuencia del pragmatismo del Gobierno para evitar que pierda fuerza el proceso de desinflación.
De hecho, ha demostrado que sigue dispuesto a pagar los costos, al menos hasta octubre. Después se verá si relaja o si modifica. La única certeza es que, asegura el círculo cercano a Milei, eso se hará sin perder el norte del equilibrio fiscal.